Hace unos días cayó en mis manos una vieja edición del libro "With Rommel in the desert" de H. W Schmidt de los años 50. El autor - que fue ayudante de campo de Rommel en Africa - cuenta varias anécdotas vividas con el "zorro del desierto" en la contienda. Hay una que particularmente me gustaría referirles, que trata de una partida de caza en el desierto con Rommel, y que pienso que a varios compañeros foristas les va a gustar, ya se las copio abreviadamente, en traducción y versión libre mía:

Rommel era cazador. Ahora que tenía más tiempo libre durante un período de inactividad en el frente, encontraba algunas oportunidades para dedicarse a su deporte favorito. Desde luego su gusto hubiera sido estar con las tropas de vanguardia, pero igualmente decidió aprovechar aquel período de inactividad para dedicarse a la caza de gacelas. “Sueño con disfrutar un permiso en Europa y dedicar unos días a cazar con Manfredo” solía decir (Manfredo era su hijo de doce años entonces), a pesar de que rara vez hablaba de su familia o de su vida privada.
La región sur de Gazala donde se instaló el Cuartel General del grupo acorazado cuando Rommel decidió que Breda Littoria estaba muy lejos del frente, era hermosa y salvaje. Como su nombre lo indica, se caracteriza por la abundancia de gacelas.
Un día nos adentramos en el desierto en dos coches, en busca de una buena caza. Rommel tenía un fusil de servicio Mauser y un fusil inglés que le había regalado el jefe de una unidad italiana. Aunque aquellas armas no eran muy a propósito, se organizó una partida de caza como si fuera una operación militar, trazando planes tácticos y estratégicos para impedir que las piezas se escaparan.
En el asiento posterior de mi coche iba un capitán italiano que se ofreció para actuar como director de la partida, por ser gran conocedor del territorio, en el que había vivido varios años.
Sin vacilación alguna nos condujo a un sitio donde había manadas de gacelas. El ruido de los coches asustó a los animales que huyeron veloces. Los choferes regularon la marcha y siguieron de cerca el rastro de las gacelas.
El coche de Rommel dio un patinazo sobre la arena y las piedras. El general se puso de pié y disparó, viéndose pegar el impacto en la arena al lado de los pies de una gacela y después la polvareda levantada por la corrida . Había comenzado la cacería, y la había empezado Rommel.

Mi coche no se detuvo, estábamos siguiendo a los animales, pero a los pocos segundos el coche de Rommel nos alcanzó. Sobre una altura mandé al chofer que parase. Lo hizo tan bruscamente que me golpeé la cabeza contra el parabrisas. A través de una nube de polvo tiré sobre una gacela y el coche de Rommel se lanzó inmediatamente a perseguirla.
La cacería duró largo rato, después de cada disparo, la manada se dividía en dos grupos – uno hacia la izquierda y otro a la derecha – nosotros seguíamos siempre al mas numeroso que a veces consistía solo en 3 animales. Inesperadamente, se desviaron a la derecha, ganando terreno con gran habilidad y como si lo hubiesen planeado de antemano en un mapa de maniobra, nos llevaron hacia un campo lleno de piedras y matorrales. El terreno se hacía cada vez más abrupto y estaba lleno de huecos de madrigueras de zorros.
El apasionamiento del cazador lo lleva a veces a poner en riesgo su integridad física. Que diría el mundo si el mas importante de los generales alemanes en Africa se rompía la crisma en una persecución a una manada de gacelas?. Pero el espíritu del cazador dominaba a Rommel que no se detuvo ante los riesgos de la aventura cinegética que lo hacen un noble deporte.
Los coches se detuvieron para que los cazadores tirasen de nuevo, de repente un estampido junto a mi oreja derecha me dejó casi sordo. El oficial italiano que iba en el asiento trasero había disparado y en su nerviosismo no se dio cuenta que el cañon de su fusil corto de infantería estaba a una pulgada de mi cabeza.
El acoso a las gacelas proseguía, parecía que la caza se nos escapaba definitivamente, pues el terreno se hacia cada vez mas escabroso. Pero Rommel, con creciente excitación acuciaba a su chofer para que pisara el acelerador. En aquel vértigo suicida dimos alcance a las gacelas, Rommel entregó su rifle al comandante von Mellenthin, que iba en el asiento de atrás y sacando su pistola automática de servicio (el autor no lo indica pero supongo que era una P38), disparó y una gacela cayó mortalmente herida.
Nos apeamos. Ante nosotros yacía un suave y hermoso animal y a casi todos nos entristeció ver como la vida se escapaba de aquel ser enérgico y agilísimo. Nadie pronunció una palabra. Yo no había cazado nunca y no sabía que hacer ni que decir. Pero Rommel no vaciló, sacó un gran cuchillo de caza y remató al animal. Luego lo destripó con gran desteza, le cortó la cabeza y cargó con la pieza.
Aquello fue todo. En el haber una espléndida cena con carne fresca y en el debe un oído sordo, un parabrisas astillado y dos muelles rotos… sin embargo, estábamos en guerra y Rommel había sido el jefe de la partida.

Me quedó una gran intriga por saber que tipo de cuchillo utilizaba Rommel, y cual habrá sido su destino final. Se imaginan lo que sería el valor histórico de esa pieza. Desgraciadamente el autor no hace mayores referencias.
Espero que les haya gustado esta digamos - cinegética - anécdota.
Un saludo

La "Gazella Dorcas" del norte africano

El autor, un joven teniente en esos años, es el que aparece en segundo plano con pantalones cortos

Un soberbio hilo desde cualquier punto de vista: cuchillero, histórico, cinegético, narrativo; se mantiene la tensión y el interés, no aburren y da pena que terminen.

Es un placer encontrarse estos caramelitos.

7Igni escribió:
Agradezco profundamente tus apreciados comentarios Nacho!!! que los recibo como una recompensa y una gratificación, a pesar de que disfruto mucho con los temas que relato, tu sabes el tiempo que insume preparar estos hilos.
Un gran abrazo

PD: Como imagino que te gustará y también a los compañeros, va un pequeño "bonus track" aunque te puedo asegurar que en la vida de Rommel nunca se agotan las historias

Rommel supervisa el avance volando de una columna a otra a bordo de su pequeño avión de reconocimiento Fieseler Storch que a veces pilotaba el mismo, infundiendo ánimos a sus tropas y urgiéndoles a proseguir el avance. En un determinado momento, Rommel avistó a una unidad detenida sobre la arena, realizando un descanso. El avión de reconocimiento del General la sobrevoló y Rommel dejó caer el siguiente mensaje sujeto con una piedra: “Si no reanudan la marcha de inmediato, bajaré y los haré caminar a patadas en el trasero. Firmado: Rommel.” En seguida, la unidad arrancó de nuevo. (Otra fue la palabrita que utilizó Rommel en lugar de "el trasero" ya la adivinará el lector por poca imaginación que tenga)

Facón escribió: Que loco resulta que Herr Generalfeldmarschall acostumbrara a volar llevando piedras en la cabina...

Siempre interesantes tus relatos.
Un saludo.

Charlycuervo escribió: Gracias por pasar y comentar Charly!! al respecto te cuento que el comentario lo encontré en un foro yankee muy serio acompañando la vieja foto que subí y te aseguro que no me llamó la atención (después te cuento porqué en una anécdota personal), inclusive pienso que Rommel igualmente les hubiese tirado la nota aunque fuese atada a su pistola de reglamento!! .
Un abrazo

PD:Charly, te relato la anécdota personal que te refería mas arriba: Aprendí a manejar sobre fines de los años 60 en un viejo Ford de 1936 que pertenecía a mi tío Hugo, quien también me ofició de profesor. En una oportunidad tuve que frenar imprevistamente y en ese momento una piedra de mediano tamaño que había debajo del asiento se movió y me golpeó el talón, y yo pregunté "tío, para que guarda esta piedra debajo del asiento?" - "pues para ponerla en la rueda cuando paro en una calle con bajada". No le tenía mucha confianza al freno mecánico!!.

Carre escribió: Yo te agradezco tu participación Luis!! como se que eres melómano como yo, te adjunto una pieza de Strauss , la obertura de Die Fledermaus (el murciélago) muy especial porque vamos a participar por un par de minutos de los ensayos de la Orquesta Sinfonica de Viena bajo la dirección de un director - para mi - genial , Nikolaus Harnoncourt, que se me hace como si viera a Rommel aleccionando a sus tropas.
Un abrazo


PD: otro ensayo, en este caso un trozo de Aida, de Verdi en una interpretación que eriza!!

Juan,aunque muy escaso de tiempo por tema de obras,no podía perderme este gran relato tuyo,eres un verdadero maestro en este tipo de narración histórica,mi enhorabuena y un abrazo.
Saludos.

2Gknives escribió: Rodrigo, ya estaba extrañando tu presencia aquí, en el norte de Africa!! agradezco que te hayas hecho un tiempo para pasar y comentar!!
Un abrazo

Impresionante post Juan, me quedo sin palabras de elogio hacia ti y hacia tu capacidad narrativa.

Muchisimas gracias.

Saludos de Carlos.

Excepcional Juan, absolutamente sublime. Me encanta leer tus post camarada, aúnan temas que me apasionan y luego está tu capacidad, claro, para poder mantener el interés y la expectación del lector-forero. Esa capacidad de extraer una bellísima narración de historia militar a partir de una pieza de cuchillería, es sencillamente brillante.
Expresándote una fervorosa admiración, te mandamos un abrazo (mi alter ego y yo ) desde el otro lado del Atlántico, al tiempo que te conmino a continuar con la narración.

Paco

CLASIFICADOR 1 escribió:
Celebro que te haya gustado el post Carlos!! y agradezco tu participación y comentarios.
Un abrazo

Rommel escribió:
Mariscal, sus comentarios me halagan y gratifican, le informo además que sus órdenes conminatorias serán cumplidas a cabalidad - aunque debo decir que su vida es una historia sin fin - jejj - Gracias Paco por tu participación,
aprovecho para comentarte que estoy trabajando sobre un acontecimiento fundamental en los inicios de la IIGM, que estoy seguro te agradará.
Un gran abrazo

Unas fotos del Mariscal cazando guepardos

Esta si que no la tenía Manuel!! muy agradecido por la participación y el aporte. Me deja alguna duda el aspecto del cazador - si bien tiene un gran parecido con Rommel - observando bien en la mano derecha parece tener un cigarrillo, y Rommel no fumaba, además no lleva su sempiterna cruz de hierro, quizá se trate de otro oficial alemán muy parecido.
Un gran abrazo

Aprovecho la oportunidad para cumplimentar la orden del Mariscal de Campo y les relato una contingencia extraída del libro de Schmidt:
:Un episodio durante el sitio de Tobruk
"Quien domine Pilastrino se encontrará en posición de jugar bien todas sus cartas. Pilastrino es la llave de la defensa de Tobruk" – dijo Rommel en una conferencia a su Estado Mayor. Todos los días se trasladaba hasta Acroma y desde allí, podía contemplar Pilastrino, importantísimo bastión al sudoeste de Tobruk.
Rommel proyectaba un nuevo ataque, por lo que dispuso que un batallón italiano de bersaglieri ocupara posiciones en las alturas frente a Pilastrino para que desde allí se realizara un ataque de infantería.
Posteriormente se recibió una información de que los australianos que guardaban las posiciones enfrente a los italianos habían desarrollado gran actividad durante la noche.
Rommel quería tener un cuadro mas preciso de la situación por lo que decidió acudir a apreciarlo en persona. Cuando nos aproximamos, hallamos el sector tan tranquilo que pensamos que los informes de nuestros aliados italianos eran inexactos como otras veces, inclusive la artillería de Tobruk callaba.
El enigma se resolvió pronto, puesto que en todo el sector no encontramos un solo soldado italiano salvo alguna batería antiaérea en retaguardia, completamente descubierta de protección. Con grandes precauciones subimos a una altura para observar mejor el terreno y cual no sería nuestra sorpresa al encontrarlo cubierto de cascos decorados con las coloridas plumas de los bersaglieri. Esto nos hizo comprender que los australianos habían copado a los italianos durante la noche.
Rommel ordenó rápidamente un traslado de tropas desde Acroma para cubrir el hueco en ese sector que había quedado desguarnecido. Después comentó a los oficiales italianos que en el futuro haría ejecutar a los oficiales que se mostraran cobardes frente al enemigo.
Posteriormente mantuvo una larga conversación el en Cuartel General con el oficial de enlace italiano conde Calvi – que era yerno del rey Victor Manuel – un hombre alto y delgado que hablaba alemán fluidamente, pero a partir de aquella conversación se mostró frío y reservado.
El 30 de abril era la fecha señalada para el ataque a Tobruk através de Pilastrino. Rommel seleccionó para llevarlo a cabo a las tropas con las que había estado mas en contacto, bajo el mando del comandante Schrapler.
Nos trasladamos al frente en el “mammut” (un vehiculo acorazado capturado a los ingleses) de Rommel y presenciamos el inicio de operaciones desde una altura. Los Stukas bombardearon primero varias posiciones y la artillería mantuvo el ataque de la infantería con una cortina de fuego. Hasta entrada la tarde no se logró llegar a las alambradas y los campos de minas.
Rommel, que observaba el desarrollo de la batalla sin despegarse de sus prismáticos Zeiss, me llamó con un gesto. –Schmidt!- dijo, “vaya donde Schrapler y dígale que debe consolidad sus posiciones y resistir a todo trance en ellas – el ataque se reforzará y continuará esta noche”.
Era una misión peligrosa marchar solo y de prisa sobre el terreno que la infantería había tardado todo un día en ocupar, pero lo hice lo más rápidamente que pude, sintiendo que cada vez que aflojaba el paso los prismáticos de Rommel se clavaban en mi espalda. Logré llegar hasta Schrapler antes de que anocheciera. Durante la noche los grupos de asalto con lanzallamas se incorporaron al ataque y después de una dura lucha en la oscuridad, una parte de los fortines del enemigo habían caído en nuestro poder. Rommel escribió “Hemos obtenido éxito al desbaratar una parte de las defensas enemigas”.
El amanecer nos trajo un nuevo pero dudoso aliado – una ligera tempestad de arena que disminuyó la visibilidad. Las nubes nos ayudaban y perjudicaban a la vez, con el peligro para nuestros hombres de estar bajo fuego que podía ser amigo.
Los zapadores abrieron camino en un campo de minas por el que envueltos en las nubes de polvo llegaban vehículos con refuerzos, municiones y provisiones.
Los puntos tomados deben ser mantenidos a toda costa!! Ordenó Rommel
El mismo fue uno de los primeros en entrar en las posiciones ocupadas, arrastrándose por el suelo como un simple soldado de infantería. Particularmente quería llegar a una trinchera ubicada enfrente. Estábamos próximos a alcanzarla cuando vimos un grupo de zapadores tirados detrás de un montón de piedras.
Adonde diablos vais? !! gritó un sargento – No seáis estúpidos los “tommies” ya han ocupado la trinchera otra vez!!.
Tumbado señalé significativamente mis emblemas y los de Rommel . El sargento reconoció entonces los famosos anteojos sobre la gorra de Rommel, quedando mudo y con la boca abierta, hasta que una ráfaga de ametralladora nos hizo saber que era muy poco aconsejable permanecer allí, retrocediendo arrastrándonos hasta nuestras posiciones con gran cuidado.



Rommel toma un refrigerio en el desierto

Amigo Juan, agradecidisimo por tus fantasticos relatos y como no por tus regalos musicales que denotan un gusto exquisito. Las pocas veces que puedo forjar me gusta hacerlo con musica clasica y una de mis piezas favoritas es la forja de la espada ( Sigfrido de Wagner) compositor este tambien muy apropiado para tus relatos de la II G.M.
Un abrazo.

Luis.

Carre escribió:
Muy agradecido por tus comentarios Luis!! En otro post había subido el link de la película alemana de 1924 Los Nibelungos donde se ve una primitiva forja de la espada de Sigfrido, ahora te copio algo mas moderno, quizá te sientas identificado, jejej

Un abrazo

PD: Un encuentro entre dos octogenarias - la navaja de la historia y una de las creaciones del genial Hugo Schmeisser, la pistola Haenel 28, también de los años 30.