Antes que nada un saludo de Feliz Navidad para todos los compañeros del Foro!!!.
El título hace referencia a un acontecimiento naval ocurrido durante la 2da GM, pero está relacionado con otro - veintisiete años anterior - durante la 1ra GM.
Pero… dónde está la navaja?, se preguntarán ustedes, pues aquí está:

Se trata de una vieja navaja marinera alemana del fabricante Richard Herder de Solingen, que ya les detallo:
Navaja con cachas de hueso texturizado de 120 mm de largo cerrada, hoja tipo punta cortada de 90 mm en acero al carbono, con descanso a los 90°, un robusto punzón o “marlín spike” de 80 mm de largo de 10 mm de diámetro en su parte más gruesa, también en acero al carbono, separadores o “liners” en el mismo material, asi como bolsters, muelle y pines.
Lleva una gruesa anilla en cobre que parece ser una sustitución posterior, ocurrida en algún momento de su larga vida, ya que estimo debe ser aproximadamente de los años 30 o 40 del siglo pasado (seguramente el amigo Alberto nos podrá tirar algún cable al respecto).
Como les decía antes, lleva el cuño de Herder, pues está marcada en el recazo de la hoja con la inscripción “Rich. A. Herder Solingen Germany, presentando el cuño registrado en 1897 con la forma de un as de diamantes, estrella de 4 puntas con un vaciado central.
Veamos las fotos











La firma de Richard Abraham Herder fue fundada en el año 1884 en Solingen y registró a lo largo de su vida una gran cantidad de marcas y cuños: Alianza (en 1915) , R. Herder Solingen (en 1896), Rich. A. Herder Solingen (en 1897), Richardmesser (en 1898)
Durante la IGM y IIGM Herder fabricó diversos cuchillos, bayonetas y sables para las FFAA alemanas. No hay que confundir con otras numerosas firmas cuchilleras con el mismo apellido como por ejemplo Friedrich Herder (As de Picas) y Robert Herder (Molino de viento), aunque debe haber habido relaciones familiares entre los miembros de estas familias de Solingen.
La firma permaneció en las manos de la familia de los descendientes de Richard Herder hasta 1972, cuando fue vendida al Grupo Gedore, fabricantes de herramientas









Espero que les haya gustado,
Un saludo, y después seguimos..

Retomando el tema, pero antes de comenzar con la historia que nos trae la navaja, les comento que en esta oportunidad me voy a guiar por el relato que hace el capitán De la Sierra sobre este apasionante acontecimiento.

La mañana del 19 de noviembre de 1941 transcurrió sin novedad a bordo del crucero auxiliar alemán Kormoran. El buque navegaba a baja velocidad rumbo al norte, a unas 300 millas de la costa australiana y fuera de cualquier derrota marítima. La mar estaba en calma, el sol de la primavera austral alto y confortable, el horizonte límpido y el cielo azul.

El crucero auxiliar Kormoran


Solamente los encargados de preparar las minas submarinas que habrían de fondearse a la noche siguiente delante del puerto de Fremantle, trabajaban activamente en la bodega de popa.
En la cámara, los oficiales francos de servicio descabezaban un sueñecito sobre las confortables butacas de cuero, comentaban los últimos partes de la guerra, recibidos desde Berlín o jugaban al ajedrez. En un rincón charlaban el médico de a bordo y el teniente de navío Gösseln.
- Se ha dado cuenta usted de que ayer se cumplió el vigésimo séptimo aniversario del hundimiento del Emden? preguntó este último.
- Desde luego que no – respondió el médico. Leí esa historia cuando estaba en la universidad, pero hace mucho tiempo de eso. Sin embargo recuerdo que el Emden fue el más famoso de nuestros cruceros en la Gran Guerra.
- Si, así fue, y esa fantástica historia vino a morir no muy lejos de aquí, en las islas Cocos el archipiélago más próximo a nosotros ahora, aclaró el teniente.
- No soy supersticioso , pero eso que acaba de decir no me hace ninguna gracia.
- No se preocupe, el Emden era un crucerito de poco más de tres mil toneladas, con artillería de ciento cinco milímetros y cuando se le echó encima el Sydney, - desplazando más del doble de tonelaje - y con cañones de ciento cincuenta milímetros, no le quedó otro remedio que aceptar el desigual combate hasta el fin y sin arriar la bandera. – Un final glorioso para un barco cargado de gloria!! –

- El Emden era un barco de guerra, doctor, con una silueta inconfundible, y tarde o temprano tenía que ser identificado, en cambio el Kormoran no es más que un pacífico mercante holandés por el momento al menos y es improbable que alguien se meta con nosotros – y el teniente esbozó una sonrisa de confianza.
En aquel momento la conversación fue interrumpida por el desagradable pitido del teléfono del puente, Gösseln descolgó el aparato.
- Aquí la cámara de oficiales, Gosseln al habla…
- Dígale al comandante que se ve un barco por la amura de estribor!! Dijo la voz del oficial de guardia.
El capitán Detmers y sus oficiales abandonaron inmediatamente la cámara, y al salir, médico y teniente cambiaron una significativa mirada.

El Emden


Cuando el comandante del Kormoran llegó al puente, el barco avistado desde el punto de observación del vigía permanecía todavía invisible para los de abajo, pero el comandante , en parte por instinto y en parte porque en aquellas aguas no esperaba encontrar buques mercantes, invirtió inmediatamente el rumbo y ordenó alejarse a máxima velocidad.
Su olfato de corsario era indudablemente bueno, pero uno de los motores de repente traicionó sus intenciones, desprendiendo una gruesa columna de humo hasta los cielos, que pareció haber sido inmediatamente advertida por el otro buque desconocido, ya que el serviola pudo observar que cambiaba de rumbo.
El vigía y su atalaya fueron arriados desde lo alto del palo, se tocó zafarrancho de combate y se cambió nuevamente de rumbo cayendo al oeste. Para ese entonces, las partes mas elevadas de la superestructura del perseguidor fueron emergiendo y pudieron ser reconocidas como pertenecientes a un crucero británico.
Su velocidad debía ser bastante elevada, ya que bien pronto se hizo visible todo él por encima del horizonte, acercándose rápidamente. El telemetrista , en lo alto del puente – iba dando las distancias
- Dieciséis mil metros!!
- Quince mil quinientos….
- Quince mil…
Hasta dónde continuaría acercándose?
- Doce mil metros…!!
- Once mil…!!
- Diez mil…!!
Detmers pensó que si aquello continuaba, en el peor de los casos trataría de llevarse al enemigo a su misma tumba, por otra parte, había reconocido a un crucero ligero británico en lugar de uno pesado como se había temido y un buque como tal montaría artillería como la suya. Desde luego no se hacía ilusiones, pero pensaba en la importancia del factor sorpresa, en que el entrenamiento de su gente era mas que considerable y en que si el enemigo seguía acercándose llegaría al alcance de sus torpedos.
- Ocho mil metros…!, Siete mil…! , Seis mil…! Seguía cantando el telemetrista y a medida que disminuía la distancia, aumentaba la confianza de Detmers.
En esos momentos una avería surgida en uno de los motores del buque alemán hizo caer la velocidad a 15 nudos. Poco mas tarde fue reparada, pero Detmers prefirió no alterar nuevamente su andar.
Durante la fase de aproximación, el crucero británico izó y transmitió una serie de señales, que los alemanes tardaron deliberadamente en contestar y fingieron no entender bien, pues para el comandante del corsario era fundamental gana tiempo, a fin que el buque siguiera acercándose, por si la situación se hacía insostenible.
El Kormoran llevaba izada la bandera holandesa y en cubierta, aparte el cocinero y un par de hombres apoyados indolentemente contra un mamparo, no se veía a nadie más. En el puente, el comandante, el oficial de guardia y un señalero eran los únicos seres vivos visibles desde el exterior. El buque de guerra seguía acercándose. Parecía no desconfiar, pero evidentemente cometía una grave imprudencia.
Poco después, cortaba la estela del Kormoran a menos de tres mil metros. Un hidroavión sobre la catapulta permanecía con la hélice girando – listo para ser lanzado. Esto podría ser tremendamente peligroso para el corsario, porque desde el aire sería fácil descubrir el engaño.
El mismo Detmers comenta sus pensamientos en sus memorias:
“Afortunadamente el enemigo se hallaba ya a menos de tres mil metros de distancia – un magnífico alcance para efectuar un tiro certero. Disminuiría su velocidad?. Nos ordenaría parar?. Presentaría su costado?. Qué debería hacer yo?. Había llegado el momento de desenmascararse e izar la bandera alemana? Se hallaba ya el crucero enemigo en la mejor posición para abrir fuego sobre él?... No, todavía no, decidí, porque tres mil metros era el máximo alcance eficaz de mis cañones antiaéreos y yo necesitaba obtener la mayor efectividad hasta de la última pieza si quería tener alguna posibilidad de victoria. Dejémosle acercarse todavía, cuanto más lo haga, mejor para nosotros. Por tanto, continué dejando la iniciativa – por el momento – en manos del enemigo.”
Continuará...
Un saludo

Esto se pone interesante

Dai-Katana escribió:
Gracias por pasar, comentar y estar siempre presente Manuel!!! Y se va a poner más interesante todavía...

Continúo:

Por fin, pareció como si las sospechas del británico se desvanecieran en el último instante, ya que paró el motor del avión y moderó su andar poniéndose en un rumbo paralelo al Kormoran, por la banda de estribor, a …mil metros de distancia!!!
Sin la menor duda, el disfraz del corsario debió ser excelente, ya que desde el Kormoran se divisaban perfectamente en el puente del crucero enemigo numerosos oficiales y marineros mirando con prismáticos, que evidentemente no observaron nada anormal. Lo que no impedía que se siguiera apuntando al alemán con los tubos lanzatorpedos y los cañones de las cuatro torres dobles.
En esas condiciones se entabló un silencioso diálogo por banderas:}
- What ship? – que buque?
- Straat Malakka
- Adonde va y de donde viene?
- De Batavia a Lorenzo Marques.
Cuando el señalero del Kormoran interpretó la pregunta siguiente, el cerebro de Detmers se puso a trabajar activamente y a la máxima velocidad, ya que la pregunta había sido:
“Déme su indicativo secreto!!”, y él no tenía la más remota idea de cuál era el indicativo secreto del buque holandés que el Kormoran fingía ser. Qué podía hacer ahora Detmers?.
El teniente von Gosseln cuenta que, dirigiéndose a él , exclamó casi con tristeza:
“Bien, Gosseln, ahora sólo nos queda una cosa por hacer…”
Y la orden que dio a continuación, con voz firme, influiría inmediatamente y de manera decisiva en el destino de los dos buques y sus hombres:
- “Fallen tarnung!!”
Era la orden de desenmascararse y abrir fuego.
Los segundos que que los alemanes tardaron en abatir cubiertas, tableros y lonas, en izar las ametralladoras pesadas de veinte milímetros montadas sobre ascensores hidráulicos, en orientar las piezas y abrir fuego – se hicieron eternos para Detmers.
Mientras su gente trabajaba febrilmente en las operaciones mencionadas, el miraba como hipnotizado hacia las negras y amenazadoras bocas de los cañones enemigos – temiendo ver salir la muerte por ellas en cualquier momento. Tenía la mandibula fuertemente apretada y las manos crispadas nerviosamente sobre sus prismáticos, porque sabía que eran segundos de vida o muerte y que la única posibilidad de igualar parcialmente la diferencia de fuerzas era…
- dar el primero!!.
Ya los cañones del Kormoran estaban claramente visibles, al descubierto para el enemigo (era peor que saberse repentinamente desnudo en Unter den Linden al mediodía!!) pero todavía tenían que ser orientados a brazo, apuntados y finalmente disparados. Porqué no hacía fuego el enemigo? Es que estaban tan ciegos todos aquellos oficiales que él divisaba claramente en el puente del crucero, mirando a través de potentes prismáticos?.
El señalero arrió el pabellón holandés e izó el alemán, donde la bandera con la cruz gamada flameó desafiante en lo más alto del palo.
Por fin, tras algunos segundos el primer estampido producido por uno de sus cañones le sacudió como una bofetada, nunca mejor recibida. Al primer disparo, que quedó cien metros corto, siguieron otros tres que dieron en el blanco – precisamente en el puente y en la dirección de tiro del crucero enemigo !!! - .
Casi simultáneamente comenzaron a caer entre los uniformes que se divisaban en el puente los proyectiles de una ametralladora pesada alemana.
Otro proyectil germano perforó la torre 2 de 150 mm , cuyo carapacho saltó por los aires. El avión del crucero británico recibió un impacto directo y quedó ardiendo furiosamente y uno de los montajes antiaéreos fue también alcanzado casi inmediatamente. Después, el infierno se desencadenó sobre el crucero.
Detmers se asomó al alerón de estribor y miró hacia el agua, dos estelas blancuzcas se abrían paso velozmente hacia el buque adversario – eran dos mortíferos torpedos!!.

Sólo entonces pareció recobrarse de su sorpresa y abrió fuego el crucero enemigo – que se trataba del HMAS “Sydney” – casualidades de la vida !!! -, el mismo nombre del que atacara al Emden (que había formado parte de la escuadra del Almirante Maximilian Reichsgraf von Spee), obligándolo a encallar en la isla de los Cocos en 1914, como hemos visto más arriba (algunos de los hombres del Emden que habían bajado a tierra en la isla poco antes de la batalla crearían una odisea escribiendo una página épica en la historia marinera al mando del primer oficial Helmuth von Mücke y que en alguna oportunidad vamos a comentar) – y que era un crucero australiano botado en 1934 (originalmente designado como crucero británico HMS Phaeton, pero adquirido por Australia antes de su botadura y renombrado) en los astilleros de Swan Hunter & Wigham Richardson, en Wallsend-on-Tyne, Inglaterra, de 8940 toneladas de desplazamiento a plena carga.

El crucero australiano HMAS Sydney


El crucero británico de la IGM HMS Sydney que sorprendió al Emden en la isla de los Cocos



El Kormoran había sido construido entre 1938 y 1939 como un el inocente carguero Steiermark de 8736 toneladas de desplazamiento en los astilleros Friedrich Krupp - Germaniawerft de Kiel para la naviera Hapag. Al comienzo de la guerra fue confiscado por la Kriegsmarine y transformado como crucero auxiliar en los astilleros de Deutsche Werft AG en 1940.

Los astilleros de Friedrich Krupp Germaniawerft en Kiel





Curiosamente – y continúan aquí las casualidades y/o coincidencias, el nombre de Kormoran fue elegido por el capitán Detmers en recuerdo del primer buque que fue presa del Emden – un buque mercante construido en 1909 en el astillero alemán de Schichau para la flota imperial rusa – con el nombre de Ryazan. Fue capturado por el Emden el 4 de agosto de 1914 en las cercanías de la península coreana y enviado con una tripulación de presa a la base alemana – en ese entonces – de Tsingtao - en China, donde fue convertido en crucero auxiliar con el nombre de “Cormoran”
El Cormoran


Continuará,
Un gran abrazo

¡Feliz Navidad, Juan!

Los mercadillos por donde te mueves (de forma tan eficaz), son una mina. Esta marinera de Herder tiene pinta de haber realizado muchas singladuras. Encuentro que es una pieza muy interesante al igual que la documentación que aportas sobre la marca. Seguro que la historia tampoco defraudará.

7Igni escribió: Muy agradecido por tu presencia y comentarios Nacho!!! Te cuento que esta navaja la conseguí hace unos 5 o 6 años aquí en Montevideo a través de Mercado Libre - es una pieza no muy vista y que me agradó mucho, así como me alegra que te haya gustado también. Espero que hayas pasado una Feliz Navidad.
Un gran abrazo, y ya aprovecho para continuar..

El incomprensible retraso del Sydney en abrir fuego habría de perderle, nunca se sabrán las causas de esta demora, porque como veremos el buque se hundiría sin sobrevivientes.
En la guerra la velocidad de respuesta ante una situación imprevista es siempre decisiva.
A pesar de la corta distancia, todavía la primera salva del crucero fue larga, lo que significó para los germanos disponer impunemente de más tiempo aún para poder seguir arruinando a su enemigo, ya que sus cañones de 150 milímetros hacían fuego…cada cuatro segundos!!!



La segunda salva del Sydney alcanzó al Kormoran en los tanques de servicio de la cámara de motores auxiliares, el combustible se desparramó ardiendo, convirtiendo la sala en un infierno y que debió ser evacuada. Casi inmediatamente, se escuchó una fuerte explosión en la otra cámara y por las escotillas surgieron las llamas, los transformadores de los motores principales habían sido también alcanzados.

El cañoneo de ambos buques continuaba, pero el del Kormoran pese a los graves daños sufridos con los dos impactos mencionados, era mucho más eficaz.




Segundos después, el crucero australiano fue alcanzado por uno de los torpedos del corsario debajo del puente, produciéndose una gran explosión que pareció dejar fuera de combate la otra torre doble de proa y el sistema de gobierno, pues el Sydney comenzó a caer hacia el Kormoran como si tratara de abordarle y cesó de disparar.
En esta fase debió recibir muy graves daños, ya que todos del buque alemán seguían haciendo fuego con un ritmo rapidísimo y a aquella distancia era imposible fallar el blanco, mientras las torres de proa del australiano se hallaban inservibles y las de popa no podían disparar con aquel rumbo.

Cuando a los cinco minutos de romperse el fuego, el crucero cortó la estela del Kormoran, a unos doscientos metros de distancia, sus superestructuras se hallaban completamente destrozadas. Después comenzó a alejarse por la banda de babor de su enemigo.
Detmers y Gösseln pasaron al otro lado del puente, dándose cuenta entonces de que la chimenea de su buque había sido alcanzada por un proyectil, cuya metralla había destrozado también la caseta de radio, matando a sus operadores.
En un postrer esfuerzo, todavía el Sydney trató de torpedear a su adversario, lanzando cuatro artefactos por los tubos de estribor, pero ninguno de ellos le alcanzó.
Los alemanes lanzaron también con sus tubos de babor, pero que tampoco alcanzaron su objetivo y los dos buques comenzaron a alejarse después bastante rápidamente, envueltos en una densa humareda producida por los incendios. La proa del australiano estaba muy hundida en el agua, y en el corsario un fuego imposible de dominar.

El Sydney, que había invertido casi totalmente su rumbo tampoco disparaba ahora con sus torres de popa, al parecer inutilizadas también de alguna manera puesto que ni siquiera apuntaban hacia el Kormoran. Pero a bordo de éste último se continuaba haciendo fuego con un ritmo impresionante, consiguiéndose numerosos impactos en la línea de flotación del enemigo y las llamas de los incendios se elevaban a gran altura.



A los treinta minutos de haber abierto el fuego, y tras haber disparado quinientos proyectiles de 150 mm y cuando la distancia entre ambos barcos era de nueve mil metros, Detmers ordenó el alto el fuego. Comprendiendo que tan pronto las llamas alcanzasen la bodega de popa, volarían las trescientas minas allí estibadas y que ya se encontraban con los detonadores, no le quedó otra alternativa que ordenar el abandono del buque.

Caía la noche, bajo un cielo azul turquesa que hacia el poniente se trocaba en topacio sobre el horizonte, el Kormoran se hallaba inmóvil y ardiendo. Los alemanes comenzaron a arriar sus botes y balsas en una angustiosa carrera contra el tiempo. Dos botes estaban inservibles, pero los restantes pudieron ser puestos en el agua, asi como las balsas de goma. Los tripulantes del corsario embarcaron en ellos con el convencimiento de que el crucero enemigo había podido radiar algún mensaje al principio del combate, por lo tanto pronto serían recogidos.

Ya casi vamos llegando al final de esta historia, continuamos mas tarde...
Saludos

Bueno, hemos llegado al final de esta aventura:

La parte de proa del Kormoran se hallaba incomunicada debido al incendio cuya intensidad aumentaba por momentos. Tras grandes trabajos se lograron sacar los dos grandes botes estibados en las bodegas, que fueron bajados al agua.
El último en abandonar el barco fue Detmers naturalmente, y en buena hora lo hizo, pues no se habían alejado más de cincuenta metros cuando se produjo una tremenda explosión en el Kormoran, y restos de todas clases comenzaron a desplomarse sobre los náufragos. Momentos después, el corsario dejaba de existir – como había dejado de existir el Emden – veintisiete años atrás, pero con la gran diferencia de que en esta oportunidad el Sydney bajaba también.
Se vió al crucero australiano alejarse envuelto en una espesa nube de humo, iluminado intermitentemente por el vívido resplandor rojizo de unas explosiones probablemente producidas en sus pañoles de municiones, sus tanques de combustibles, o quién sabe dónde, se llevó consigo su historia y a toda su tripulación. Todavía se le siguió viendo durante la noche, ardiendo en la lejanía. A las veintitrés horas desapareció, la tragedia había llegado a su fin, y las sombras de la noche parecían querer ocultar tamaño desastre.
Es realmente impresionante este duelo a muerte que dura escasamente treinta minutos, un combate entre dos buques diferentes que se destruyeron mutuamente. Pero es evidente que algo falló en el Sydney - tardo en reaccionar - . Lo que queda claro es que la efectividad del fuego desde el Kormoran produjo que los botes y balsas del Sydney quedaran hechos trizas en su mayoría.
La actitud de Detmers – el más joven de los comandantes de corsarios alemanes (38 años) – fue la que era de esperar. Enfrentado con una situación difícil que exigía una inmediata y grave resolución, cualquier titubeo le hubiera perdido, pero no dudó y actuó en el momento preciso. Las cosas le salieron bastante bien, es cierto, más para decidir como él lo hizo hace falta valor.

El comandante del Kormoran, Theodor Detmers



De ahí la gran responsabilidad del mando y también la de los que seleccionan a los que han de mandar.
Del resultado de este encarnizado combate tomarían buena nota en lo sucesivo los comandantes de los cruceros ingleses.

Esquema del combate


El caso del Sydney resulta todavía mas difícil de comprender si se tiene en cuenta que ya existían precedentes y que nada es más cierto que el dicho popular de que “la historia siempre se repite”: En el verano de 1915, el crucero auxiliar británico Ramsey detenía a un vapor aparentemente ruso en las proximidades de las costas del Reino Unido. A cien metros de distancia, el Ramsey paró máquinas y arrió un bote con el oficial de registro de rigor.
Pero resultó que el ruso no era tal, sino el corsario alemán Meteor, que izó la bandera alemana, abrió fuego y lanzó un torpedo en un santiamén. El crucero auxiliar británico se fue a pique en menos de tres minutos sin poder disparar un solo tiro…
Y otro tanto le pasó al también crucero auxiliar británico Alcántara, hundido en condiciones similares por el corsario alemán Greif en 1915. Todo esto para no citar lo que había ocurrido recientemente al Cornwall con el Pinguin.
Pero como hemos visto, nada de esto le sirvió al Sydney.

En el bote de Detmers se apiñaron sesenta y dos hombres, que dispusieron únicamente de 3 remos y unas velas medio rotas. Poco después de irse a pique el corsario – hacia la medianoche – comenzó a soplar un viento fresco que dispersó las embarcaciones y balsas alemanas, cuyos tripulantes ya habían recibido órdenes de dirigirse hacia el este.
En el bote que nos ocupa, transcurrieron cinco penosos días sin variaciones, y al sexto se avistó un barco sobre el que Detmers no quiso atraer la atención por considerarlo un crucero auxiliar británico (en realidad se trataba del Aquitania de 45000 ton) y alimentaba la esperanza de ser recogido por un barco neutral.
Pero dos días después, durante la noche y ya sin una ola gota de agua potable a bordo, como se avistase otro buque, no quedó mas remedio que disparar los cohetes de señales luminosas. Fueron vistos y recogidos por el Centaur, que los remolcó hasta el puerto australiano de Carnavon, en la bahía de los Tiburones.





El resto de los restantes náufragos – en número total de trescientos veinte – fueron llegando en sus botes a la costa australiana.



Por tierra se les trasladó a Fremantle y de allí a Melbourne, para terminar en un campo de concentración de una localidad llamada Murchison, donde permanecieron hasta 1947, cuando volvieron a Alemania. Claro que antes de 1945 produjeron una fuga del campo donde estaban concentrados, cavando un túnel de 120 metros, siendo capturados posteriormente.

Foto tomada en Murchison, Detmers es el segundo sentado desde la derecha - muy delgado después de sufrir un problema de salud, el teniente von Gosseln es el segundo de los que están de pié, por la derecha casi detrás de Detmers.



El Kormoran había operado durante diez meses y medio, en los que consiguió echar a pique o apresar a once navíos enemigos, con 70000 toneladas de registro, para terminar hundiendo al Sydney, dándose el caso de ser el único mercante armado que en la historia naval mundial consiguiese hundir a un crucero regular enemigo en combate abierto. El Kormoran había vengado la memoria del Emden, aunque le fue la vida en el empeño.
Fin

Un saludo

Otro estupendo relato para terminar el año. Que tengas un feliz año
Un fuerte abrazo.

Carre escribió:
Muchas gracias por pasar, comentar y por tus saludos Luis!! Feliz Año!!
Un abrazo

PD: Dedicada a ambos buques y sus tripulaciones, la 8a Sinfonía de Beethoven en versión de Nikolaus Harnoncourt



Y la Overtura de Egmont



El enfrentamiento en medio del Océano Índico, las navajas representan a los contendientes

Estupenda pieza Juan, muy curiosa. Con esa hoja y esas cachas no había visto aún ninguna marinera de R. Herder.
Creo como tú que debe ser de los años 30 o 40. Tengo un catálogo de la empresa de 1927 y no aparece ese modelo.
Y la marinera con punzón desatanudos que aparece es esta.


En cuanto a la anilla debe ser un añadido, o por lo menos yo no he visto esas anillas en ninguna R. Herder.
Suelen ser como estas.



Un abrazo.

Gracias por pasar y por tus comentarios que confirman mis suposiciones Alberto!! Son verdaderamente muy raras de ver estas piezas de Richard Herder, inclusive alguna de Friedrich . Con la anilla seguramente han intentado copiar alguna aparecida en las navajas marineras de Boker o F. Herder.
Un gran abrazo

Maravilloso post, Juan !! Un relato trepidante, que ha hecho ponerme en la piel de aquellos hombres sacrificados.
Las fotos, también como siempre buenísimas, las primeras, con los viejos papeles, geniales. Esos bodegones me encantan.
Gracias por tu esfuerzo para hacer tan buen post amigo.
Feliz año.

César!!, me alegra de sobremanera que hayas visitado el post y que te haya gustado la pieza y el relato. Además de esta trepidante historia, comentaba más arriba una verdadera odisea - aún más emocionante que ocurrió en 1914 -cuando el destacamento alemán del Emden que había bajado a tierra en la isla de los Cocos, para neutralizar la estación emisora de radio británica pudo observar que su buque había sido atacado y semihundido, entonces el destacamento al mando del teniente primero (luego capitán) Hellmuth von Mücke, que era el primer oficial del Emden, atravesó la isla hasta el otro extremo y se robó una vieja goleta de tres palos (la "Ayesha") destinada a desguace, y navegando a todo trapo lograron llegar a Yemen y luego de mil peripecias regresar a la patria el 5 de junio de 1915 luego de recorrer 11000 kilómetros en casi ocho meses (utilizaron todos los medios de transporte imaginables, una vieja goleta, caballos, camellos, trenes, buques etc)- una apasionante aventura !!. Muy agradecido como siempre con tus comentarios, deseo para ti y los tuyos, así como para los compañeros del foro...
UN MUY FELIZ AÑO NUEVO!!!
Abrazo grande!!

Facón, otro post magnífico! Es un muy buen trabajo.
Gracias por tus post, me gustan mucho.

a_anton escribió:
Gracias a tí Angel por pasar y comentar!!, me alegra mucho que te haya gustado este trabajo.
Un abrazo

Querido camarada, otro post para la historia... Una vez más, el interés de la pieza se ve absolutamente eclipsado por el hilo conductor de la narración histórica que, como no podía ser de otra forma, es sencillamente excelente.

Por cierto, qué "glamour" tenían los buques corsarios alemanes en la guerra.

En cuanto a la navaja, es extraño que Alberto no haya sido capaz de identificarla por completo (asociándola a su vasta documentación bibliográfica, en algún catálogo concreto), lo que nos da una idea de lo peculiar de la pieza.

Agradeciendo tu post, amigo Juan, no puedo dejar de darte la enhorabuena, al tiempo que te mando un fuerte y cálido abrazo desde el otro lado del Atlántico.

Saludos.

Rommel escribió:
Mariscal!!, que placer encontrarlo aquí, a bordo del Kormoran, me alegra mucho que haya disfrutado el viaje!!
Agradezco sinceramente sus comentarios, y con respecto a la pieza es efectivamente bastante dificil de encontrar, mas aún aquí en Uruguay - así que la alegria se multiplica!!. La historia me resultó tremendamente apasionante, máxime cuando incluye otras aventuras en sí misma, por eso me pareció que valía la pena contarla. Van fotos de la Herder con unas amigas coetáneas





Abrazo interoceánico!!

PD: Cuando pueda voy a tratar de hacer un resumen con la aventura de von Mücke y la Ayesha.

Edito posteriormente para agregar un detalle muy importante que no había mencionado:
Como habíamos visto mas arriba, el Sydney desapareció sin dejar huellas y no sobrevivió ni uno solo de los tripulantes sin otra señal que un bote que apareció después en el océano Indico con el cadaver de un tripulante.
Los sobrevivientes del Kormoran, prisioneros en Australia fueron sometidos a duros interrogatorios porque los ingleses no creían lo que relataban - que el barco se había alejado hasta desaparecer en el horizonte - y pensaban que tenían algo que ver en la misteriosa desaparición.
Por fin se resolvió el misterio, - casi 67 años mas tarde - cuando el 12 de marzo de 2008 una expedición encontró el pecio del Kormoran en el fondo del océano, a 2500 mts de profundidad y varios días después el pecio del Sydney a 22 km de distancia hacia el sur - confirmando la versión de los alemanes.
Saludos
Uno de los cañones de 6 pulgadas del Kormoran aun continúa en estado de alerta