Prosigo:
Habíamos dejado a Bauer disfrutando de un largo y reparador baño a bordo del Atlantis.....
De repente empezaron a sonar los timbres de alarma. Carreras y pasos metálicos se podían oir por todos lados.
¡Maldición! El teniente Bauer salió de la bañera de un salto, dejando tras de él un reguero de agua, y comenzó a vestirse apresuradamente casi sin sin secarse. Voló por la cubierta hasta llegar a la borda del corsario y entonces……. entonces solo pudo ver como su submarino se sumergía ante sus narices. Después de la sorpresa inicial, la ira se apoderó de Bauer, que maldijo a su segundo oficial.
Y no era para menos. La alarma se había producido porque habían divisado un crucero enemigo en el horizonte. Bauer había abandonado su puesto ante el enemigo y había perdido el control de su nave. Si salía bien de aquello se tendría que enfrentar a un Consejo de Guerra y lo menos que le podía pasar era que lo degradaran.
Sin embargo, su segundo hizo bien al sumergir el submarino, ya que se había divisado muy cerca al hidroavión de reconocimiento del crucero aliado y si descubría al submarino ya no habría dudas de que el buque fuera un corsario alemán.
Aún así, el capitán Rogge no se las prometía muy felices. Intentarían alargar al máximo las comunicaciones con el navío inglés para acortar distancias y ponerlo a tiro de sus cañones. Se trataba del HMS Devonshire de 10.000 toneladas y artillería principal de 203mm, que hizo fuego de advertencia, cayendo dos salvas, una por cada banda del Atlantis. Los alemanes pararon máquinas y comenzaron a radiar “RRR…..Polyphemus …..RRR….Polyphemus … Buque no identificado me ordena detenerme” .
Si había suerte, podían desconcertar al navío inglés y que éste se acercara lo suficiente para que el U-126 lo torpedeara o para poner a prueba la artillería propia. Sin embargo, los ingleses no cayeron en la trampa: Las letras RRR habían sido radiadas en grupos de tres en vez de en grupos de cuatro. Además, los ingleses habían pedido confirmación a Freetown, y ésta llegó tras 30 angustiosos minutos.
Desde una distancia de 18 km el Devonshire abrió fuego. A pesar de que Rogge intentó tender una cortina de humo, los proyectiles ingleses hirieron mortalmente al corsario y se dio la orden de abandonar el barco y activar las cargas de demolición.
El crucero británico no se acercó a recoger a los náufragos y se alejó a toda máquina zigzagueando. El hidroavión siguió sobrevolando a los náufragos durante un rato, marchándose en pos del crucero inglés. Una vez despejado el cielo, emergió el U-126 y se acercó a los miembros supervivientes de la tripulación. ¡Bauer volvía a tomar el mando!
Su segundo había confundido la primera salva del Devonshire con bombas de aviación, por lo que decidió esperar a 100 metros de profundidad.
Tras una breve reunión de oficiales se decidió trasladar a la tripulación del Atlantis a Brasil. Durante 3 días con sus noches se navegó en aquella dirección con el atestado sumergible navegando en superficie arrastrando los botes salvavidas del Atlantis donde se amontonaba el resto de la tripulación, hasta que apareció el buque nodriza alemán Python.
Continuará...