LA BAYONETA DE TACO
Está internacionalmente reconocido que la tipología Bayoneta de Taco tiene su origen en el norte de España hacia mediados del siglo XVI, probablemente en el País Vasco. Se debió concebir como arma de caza mayor, que permite ser empuñada para acometer o rematar a una presa, pero que puede ser encajada en la boca de un arma de fuego para ser utilizada como una pica o una lanza, prolongando su alcance.
La pieza más antigua fechada que se ha conservado es de procedencia española, del año 1603. Probablemente proceda de armas como machetes y espadas cortas de abordaje. Con anterioridad hubo armas, como algunas variantes del Pugio romano o de puñales celtíberos que podían ser eventualmente unidos a un mango de mayor longitud para prolongar su alcance.
Con la aparición de las armas de fuego, como los arcabuces y los migueletes, se evidenció que, ante la posibilidad de errar el único disparo y el tiempo que se demoraba en ser recargados, tener la posibilidad de colocar un filo en su extremo daba al cazador una oportunidad más de defensa en la cacería de animales como osos, ciervos o jabalíes, además de la posibilidad de rematarlo de forma eficaz si la bala no lo había hecho. De la misma forma su aplicación bélica era evidente y esta posibilidad proporcionaba una segunda línea de resistencia.
En una época de destacados conflictos bélicos España desempeñaba un papel de superpotencia, con ejércitos permanentes que no se disolvían tras una campaña y soldados especializados en el manejo de diverso armamento bélico, como arcabuces, picas y espadas. Las compañías de Tercios solían tener grupos de hombres que manejaban una de estas armas, organizados de forma que se alternaban según el desarrollo de la batalla y la estrategia utilizada.
Las posibles aplicaciones militares de la Bayoneta de Taco se tomaron en cuenta al comprobar la versatilidad de este arma novedosa. Permitiría reunir en un solo soldado las posibilidades defensivas de los tres grupos que existían en la época: el arcabucero, una vez disparada el arma, podía decidir si recargaba, si acoplaba la bayoneta en la boca del arcabuz a modo de pica o si la utilizaba en mano para la lucha cuerpo a cuerpo como espada o puñal. Permitiría reducir el peso en armamento que cargaban los soldados y disponer de un arma muy versátil.
Normalmente un arcabuz se disparaba a una distancia próxima para tener mayor efectividad, apenas unas decenas de metros, tras lo que su recarga podía conllevar un tiempo considerable, de unos
3 minutos, lo que solía hacer necesario tener varias filas de hombres preparados para ir sucediendo las descargas para detener la acometida y posteriormente afrontar una lucha de mayor proximidad.
El uso militar de la Bayoneta de Taco estuvo vigente durante muchas décadas y supuso una innovación en el equipamiento de campaña, hasta que las armas de fuego evolucionaron y se creó la bayoneta de cubo con un aspecto muy similar a la que conocemos hoy.
En un tratado militar de 1669 del Marqués de Buscayolo hace referencia al uso de la “espada de arcabuz”, nombre que recibiría la Bayoneta de Taco en la época y que actualmente es denominada como cuchillo bayoneta, bayoneta de caza, bayoneta de boca, higuela o bayoneta de remate, entre otros.
La Bayoneta de Taco estaba presente en cualquier partida de caza de la época y formaba parte del atuendo de los guardas de caza de las Reservas Reales. Posteriormente sería utilizada en algunos episodios de defensa civil, como en el sitio de Zaragoza en 1808 y en las guerrillas de diversa índole contra las tropas francesas durante la ocupación.
Su empuñadura tiene una forma cilíndrica, troncocónica o ahusada, que permita su inserción en la boca de una escopeta a modo de bayoneta. Como característica propia y destacada estas piezas, tienen un engrosamiento del mango denominada como “taco” cuya función en actuar como tope, con forma más o menos esférica o de disco. Esta pieza que puede ser parte del material de la empuñadura, que ha sido rebajado dejando el engrosamiento, o bien ser una pieza insertada de otro material, ya sea hueso, marfil o metal.
Con la función de limitar la penetración de la hoja, que es muy punzante, suele haber una guarda o arrial en la zona de unión con la empuñadura, en ocasiones con gavilanes adornados con bellotas, cabezas de perro o especies cinegéticas. En algunas piezas de factura más simple y de hoja más alargada no hay guarda, de la virola nace ya el talón de la hoja sin protección alguna.
Durante los siglos XVIII y XIX las bayonetas de taco estaban destinadas a un público generalmente acomodado que podía disponer de arma de fuego. En el Museo del Ejército se ha conservado una Bayoneta de Taco perteneciente a Carlos IV, fabricada por Antonio Rojo en Toledo en 1808. Tanto los monarcas Carlos III como Carlos IV aparecen en cuadros con una Bayoneta de Taco como parte de su atuendo de caza.
La tipología de Bayoneta de Taco es muy genérica y hay piezas de procedencias muy variadas pero con un aspecto similar, con escasas variaciones. Se han conservado un considerable número de piezas de Andalucía, Albacete, Toledo, Extremadura... desde las meramente funcionales hasta otras muy ornamentadas. En España se han fabricado en mayor número y durante mucho más tiempo que en cualquier otro país, de ahí la gran cantidad de artesanos que las han producido, la variedad de formas y de materiales que encontramos.
En el estudio de estas piezas hay que tener presente que muchas no tiene marcas o punzones de armero, por lo que suele resultar difícil conocer su procedencia o la época de fabricación. Además se han reutilizado muchas hojas de espadas rotas o con la empuñadura deteriorada para elaborar Bayonetas de Taco, con lo que posiblemente encontremos piezas cuya hoja presenta un punzón o grabado de un artesano que fabricaba espadas y no Bayonetas de Taco específicamente. La confusión en el sector del coleccionismo e incluso en el de anticuarios es notable y muchas se encuentran o bien sin datar ni ubicar, o bien erróneamente datadas.
Las piezas de procedencia albaceteña provienen de diversos artesanos, de ahí su mayor variación en los tipos de hoja y empuñadura, mientras que las toledanas deben provenir en su inmensa mayoría de la Fábrica de Toledo, de ahí una mayor uniformidad en su aspecto, salvo en las más especializadas, que se identifican con guardas figurativas en bronce, con motivos cinegéticos o cinófilos.
Hay un considerable número de piezas de procedencia andaluza, dado el arraigo que tiene la caza en esta comunidad. En la hoja no suelen presentar leyendas, no consta la procedencia ni la fecha y, generalmente, carecen también de punzón del artesano. Tal es el caso de piezas procedentes de otras partes de nuestra geografía, caso de País Vasco, de Cataluña o de Extremadura, por ejemplo. Únicamente la transmisión oral o el conocimiento fidedigno de la procedencia nos permite ubicar su factura.
Si bien las empuñaduras tienen pocas variaciones formales, debido a la necesidad física de poder encajarlas en el cañón de la escopeta, por lo que las más frecuentes son la troncocónica y la cilíndrica, en las hojas vemos una gran diversidad, dentro de la función común de punzar. En muchas de las Bayonetas de Taco producidas en el siglo XIX se puede desenroscar la trasera y desmontar el arma.
Existen también muchas piezas únicas, aparte de las fabricadas por los Zuloaga o Antonio Roxo, que son anónimas pero muy llamativas y sin duda especiales. Hay una de tipología integral, toda en acero grabado al estilo de las dagas y puñales toledanos de esta tipología, grabada “TOLEDO” y fechada en “1853” que fue subastada en Sotheby´s en 1992, tan solo un ejemplo de las magníficas piezas cuya existencia podemos desconocer.
Dentro de la tradición en la fábrica de armas de Eibar hubo un armero a finales del siglo XVII llamado Alonso de Zuloaga que dio origen a toda una dinastía de armeros que se prolonga durante más de dos siglos. Las Bayonetas de Taco producidas por los Zuloaga son verdaderas obras de arte que se conservan en museos.