Te echamos muchísimo de menos Camarada.
Este post contiene tus palabras; este post es en honor a tí...
Mira en mis ojos, y así verás
un fuego ardiendo en mi interior.
Fuego que arde.
Fuego que arde...
Mira a los niños.
¡MÍRAME A LOS OJOS!
(Venom, “Possessed”)
Pocos de nosotros necesitarán saber más del producto que fabrican nuestros Esmeriles, ¿Verdad? No creo necesario aburriros con epítetos. Basta asomarse a este foro, concretamente a Artesanía o a Profesionales, para intuir en qué nivel se mueve esta pareja de artistas. Y no exagero al decir “artistas”. Es más, en la pieza que os pienso mostrar esta noche se adivina algo más que profesión o vocación. Incluso algo más que sensibilidad. Porque sólo la mente del verdadero artista hace al ser humano capaz de reflejar cualquier cosa de la vida bajo su prisma de percepción. Y, claro, hacer que sea bella.
Parte de esta cualidad se llama versatilidad. Y es mucho más.
Contraviniendo mi costumbre de guardarme las opiniones para el final, me veo obligado a decir que quien busque un trabajo bien hecho en materia táctica “extrema”, pudiéndose permitir cierto dispendio económico, ya no tiene por qué mirar al otro lado del Atlántico. Dirijamos nuestra mirada a Levante, al Este, hacia donde los vientos oscuros soplan, y descubramos un insólito resplandor.
También en lo negro yace un brillo. Pero de amenaza.
2G Renul Dunn
Negra, negra como el abismo. De punta a pomo, esta insólita daga de eliminación de 2G es “una sombra de sí misma”, permítaseme la bobada. Y advierto desde este mismo instante; los amantes más fanáticos de las dagas tipo Sykes/Fairbairn, ER Supressor o V42, quizá torzáis el gesto ante su composición general. Lo entiendo. Ahora mi labor será hacer que me entendáis a mí.
Que tela marinera. Bueno, a ver cómo me lo monto.
Para que os hagáis una idea más o menos aproximada, hablamos de un objet d’art de 29,5 cm de longitud total. Desconozco el peso exacto (aún estoy por hacerme con una balanza medio competente), pero debe hallarse dentro del orden de los 320/330 gramos. Como mandan los cánones, toda su longitud está tratada de forma que no tengamos nada que temer de brillos delatores. A ras de guarda, miro el calibre, el calibre me mira con cara de pie, y me devuelve un espesor máximo de hoja de cinco milímetros, decrecientes hasta..., ¡Bueno, lo inconmensurable! Un ancho poco acostumbrado de casi 4,2 cm que comienza a partir de las dos muescas españolas, da lugar a dos gráciles y constantes curvas hasta su encuentro y conclusión.
Aunque aquí sea difícil de apreciar, esta hoja spearpoint con vaciado a morir va completamente teñida de negro mediante un tratamiento poco común. En un alarde de habilidad, el artesano ha pulido casi a espejo la hoja... ¡Y la ha pavonado! En este momento cabe una reflexión, pero la dejo para después. Primero, el método; tras el mencionado pulido, se pavona en caliente, pero apartando del baño la pieza “a medio hacer”. Mediante lana de acero, se retira cuidadosamente la capa externa ejecutando un pulido hasta llegar al negro, poco antes de que el metal quede al descubierto. El resultado es una superficie virtualmente idéntica al tratamiento con carbonitruro de titanio, pero con un satín perlado difícil de describir con palabras. Aunque supongo que, quien busque lo meramente práctico, ya se sentirá bastante tranquilo con este revestimiento.
Decía algo sobre una reflexión. Es la siguiente. Hace falta mucha profesionalidad y un saludable deje de chulería para dar a una hoja un tratamiento como éste. Por lo general, fuera de las utilidades tácticas, un uso hasta cierto punto extendido en el oficio consiste en revestir de pintura, pavonado, powdercoating o similares un cuchillo cuyo pulido resultaría más caro. La capa depositada tendería a igualar la superficie del metal; donde antes hubo una raya, resalto o asperezas, ahora no veríamos sino una superficie completamente lisa. Bueno, pues no es el caso. Si el autor no ha pulido completamente a espejo, es porque no ha querido, y no lo disimula; era lo más conveniente para revestir a posteriori. Pero, cosas de la vida; no bien recibí esta pieza, mi segunda sorpresa fue lo liiiiisa que estaba la hoja. Ni una imperfección en su superficie. Como una perla negra.
Pero esta zona de nuestra amiga merece más de una mirada. ¿A que se nota que casi me olvido? Si os habéis fijado, su punta es quizá demasiado redondeada para los estándares de una punta de daga. O eso me pareció a mí. Y no es que estuviese equivocado; simplemente, esta arma es un juego de perspectivas. Bastó darle un cuarto de vuelta y ponerla con el filo apuntando hacia mí, para descubrir lo inteligente de la solución adoptada por su creador; ahí he visto cómo ambos planos coinciden en una punta agudísima. ¿El objeto? Dotar a la daga de una resistencia de hoja hasta ahora nunca vista. Estructuralmente, doy fe de que es la hoja de daga más robusta que he empuñado en mi vida.
Una RD en marfil. Hay que tener clase hasta para apuñalar...
Aquí podemos apreciar una guarda de perfil plano y planta ovalada, fabricada en acero O1 (¡El acero preferido por Bo Randall!) de 6,5 cm. de longitud, con un grosor de 3,8 mm, que al igual que el pomo ha recibido el mismo tratamiento que la hoja. Inevitable reseñar el cordón de soldadura que, discretamente, une hoja a guarda; ¿Quedan dudas sobre si va a coger juego? La decisión sobre plana/curvada vino dictada por un compromiso entre portabilidad, sencillez de empuñe, retención de la mano ante impactos bruscos y presencia de zonas de enganche. Lo que en cada configuración (guarda hacia arriba/guarda hacia abajo) era buena para alguno de estos factores, fallaba en alguno de los otros. De modo que esta opción pareció la más equilibrada.
Ya puestos, la empuñadura. Una prolongación bulbosa fabricada en caucho, que recubre por entero a la espiga de 6 mm (¿Os comenté que la espiga NO va soldada a la hoja? Es parte de la misma), fijada con epoxy, y que en gran medida recuerda a diseños militares del siglo XX. KaBarmaníacos, tomad nota de ello. El punto de equilibrio se sitúa con precisión suiza justo un centímetro y medio por detrás de la guarda, y en eso he de aplaudir generosamente a Rodrigo; es asombroso obtener semejante exactitud en un trabajo no industrial. Al menos, a mí nunca me ha ocurrido. Por su parte, nueve estrías con una profundidad máxima de 1,5 mm se encargan de dejar la mano quietecita mientras trabajamos, por si el caucho fuese insuficiente para este fin. Estoy por sospechar que aquí la seguridad de empleo ha sido tenida en cuenta al límite.
Para concluir con la empuñadura, 2G nos presentan un interesante pomo en forma de diávolo que puede ayudar en tareas de incapacitación no letal, a causa del redondeado de su extremo. Éste, a propósito, comprime y fija la empuñadura a la guarda mediante un sólido roscado, soldado y remachado a la espiga. La concavidad puede sernos útil a la hora de percutir mediante el pomo, a título de retención, a modo de postrer punto de apoyo para el meñique por si la empuñadura resbalase . Y es ahí donde nuestra daga acaba.
Hipotéticamente. Porque faltaba la vaina, ¿No? Piel teñida en negro mate, como no podía ser menos. Conforme a ciertas especificaciones, posee un anclaje en H para doble emplazamiento, esto es; horizontal u oblicuo. Esto permitiría una colocación sobre el ceñidor muy apta para diestros, en el lado izquierdo de la hebilla, o bien para diestros y zurdos a la espalda, o al frente con el pomo apuntando hacia atrás. Tampoco se me haría nada extraño en una trincha o en un chaleco de combate. Sólo me queda que preguntarme el caso de los zurdos en cuanto al anclaje oblicuo, pero todo está por ver. No creo que eso sea exactamente un problema para alguien como Pepín. La fijación en vertical se deja de mano de una elegante cincha de ceñidor con orificios pasantes en ambos lados de la lazada, los cuales vendrán muy bien para quienes busquen otros métodos de fijación mediante cordel de paracaídas. Oye, a los usuarios de Randall les ha funcionado bien, digo yo... La pestaña de cuero situada en el otro extremo de la vaina puede ser también una invaluable ayuda a la hora de crear atalajes de pierna o brazo (yo recomendaría, a simple vista, muslo o bota). La superficie del frontal de la vaina incluye unos diseños que rompen la “sosura” de su imagen, dando cierto toque estético al conjunto. Destacaré aquí el finísimo cosido de las capas de piel, que arrojan una imagen de solidez de conjunto poco vista por ahí. Al menos por mí.
Os contaré un par de cosas. En confianza, aquí, en la sombra.
Esta pieza tiene un poco de historia, que me involucra personalmente. Todo arrancó el nueve de Septiembre de este año, cuando Rodrigo me insinuó la posibilidad de embarcarse en un proyecto basado en una daga de eliminación. Cuando apuntó la probabilidad de llamarla con mi nick, pues qué queréis que os diga..., mal está mentarlo, pero sentí orgullo de un hecho así. A decir verdad, y obviando que no todos los días cuenta contigo un artesano de semejante calibre, tampoco es que me tomase muy en serio que alguien tan dado a fabricar cuchillos tipo Scagel, utilitarios, de caza, campaña y trampeo (por no hablar de su inefable táctico/militar), se fuese a meter en un fregado así. Pero no siempre la cabra tira al monte o, al menos, no siempre al mismo monte. Semanas más tarde, un nuevo comentario al respecto nos hizo ponernos en contacto para hablar del tema. Acabé, para mi asombro, sugiriendo las directrices que llevarían al diseño final del arma.
Estupefacción absoluta. Pero aún me quedaba más. No repuesto de la sorpresa inicial, me vi disertando con Pepín sobre las características que debían definir la vaina. “Ostras”- pensé-“, hablar con uno para esto, vale, pero ¿Con los dos?” Y sí, así era. De hecho, nuestro guarnicionero favorito se ha vuelto loco para terminar una vaina decente (joder, decente...), que sirviera para la que se le viene encima al conjunto. ¿Que qué se les viene encima? Una evaluación en toda la regla, perpetrada por el que suscribe, a fin de constatar que el cacharrito va a servir para..., lo que se supone que va a servir. De estas pruebas se desprenderá el resultado que determine el aspecto final del conjunto.
Desde antes del momento de su nacimiento, he mirado este proyecto como algo realmente desacostumbrado por parte de estos dos artesanos. De los abalorios en cérvido y otros vistosos materiales, de los pulidos a espejo, de las puntas en clip o upswept, de las suntuosas Sheridan o el cuero flor ocre de Pepín, esta pareja de socios y amigos ha dado un salto cualitativo en su producción al engendrar un objeto tan poco habitual en ellos. Lo realmente fascinante de esto es que, encima, lo han hecho a un nivel soberbio en materiales, confección y presentación. Que fuese un prototipo para pruebas no les eximió de pulir y cepillar, de cargar y aligerar donde era debido. Incluso se tomaron la molestia de enviarme la daga en una de sus características cajas verdes con envoltorios en papel seda naranja. Afinar, afinan, y cuidan tanto al producto como a su futuro receptor.
Por mi parte, poco más que decir. Tan sólo, expresar esta vez en público mi eterno agradecimiento a Rodrigo y a Pepín (2G) por haberme permitido participar en tan bonita locura confiando en mi criterio y lo poco que les pude aportar. Asimismo, mi admiración por haber superado esos pocos conceptos que les hice llegar, dándoles una dimensión de auténtico arte. E, hipócrita que suene, mi deseo de que este modelo de daga jamás se utilice con la idea que le dio el hálito de vida.
Porque creo que, llegado el caso, no fallará.
Que se preparen en EEUU. Desde las Baleares hay quien les puede meter presión.
Para ser exactos, una presión de 2G