La motivación de este hilo no es sólo la de presentaros dos fotos de unas mismas navajas, el antes y después. Sino reflexionar sobre como con un poco más de trabajo da como resultado que un mismo objeto adquiera una virtualidad completamente diferente, y hacia que segmentos se dirige el mercado.
En una visita a Santa cruz de Mudela encargué un par de cabriteras a Hermanos Martínez. Ambas tenían que ser iguales, del tamaño superior, en encina y con los pasadores a la antigua. Ellos tuvieron la amabilidad atender mi encargo, a pesar de que actualmente no trabajan la encina y que en consecuencia este modelo no lo recoge su catálogo. Durante la ultima visita pude retirarlas y agradecerles su realización. Debo decir que el precio fue muy económico.
Finalizaba la visita a los Martínez y yo mantenía ambas navajas en la mano en silencio. Vuelvo a reiterar el agradecimiento a los Martínez por atender mi encargo y lo prudente del precio, pero las navajas no eran exactamente lo que yo quería (por culpa mía). Yo no había sabido trasmitir lo que quería, porque es indudable que Hermanos Martínez realizan navajas con un alto nivel de acabado, si el encargo es preciso. Yo quería unas cabriteras con un puntito de terminación y elegantes, aún en la sobriedad de la pieza. Además, una es para un buen amigo.
Y aquí, que el maestro Rodrigo, sabe leer silencios y caras. Me las retiró diciéndome que las aplicaría el “Plan Pons, belleza en siete martillazos”.
La madera ha sido limpiada, bien pulida y tratada; como resultado se aprecia su veta, a pesar de que el corte de la misma no es el que más puede resaltarla. Y para remate, Rodrigo me ha grabado las iniciales.
También se repasaron las rebabas de los separadores y se corrigió el afilado.
¡Rodrigo, nos vamos a poner tontos de kikos cuando vengas por aquí!
Y ahora en serio, me parece heroico como los pequeños talleres compiten con los productos de Oriente, pero tendrán que esforzarse en ofrecer un plus. En este sentido, considero que la modernísima y potente Industria Cuchillera de Albacete ha leído bien el partido. Han robotizado y modernizado sus procesos, ofreciendo unos productos industriales de máxima calidad. Y como resultado, el 75% de Solingen y el 50% de Thiers se produce en Albacete.
Si, es la discusión entre industrial y artesanal o semiartesanal. Lo que yo creo, es que al concepto de navaja popular de uso en el campo, le quedan dos telediarios. A estas navajas para partir tomates, chorizo u otros menesteres; les quedan cuatro abuelos operativos. Estas navajas baratas, funcionales y un tanto “me cachi en diez” , no sobrevivirán. Eran navajas que se podían perder en la huerta o el campo, pero ahora la navaja es un objeto de regalo y coleccionismo que requiere de cierta finura.
Rodrigo, amigo. Una vez más estoy en deuda contigo. Pronto nos veremos y nos conversaremos un vinazo.
Antes:
Después: