CLASIFICADOR 1 escribió:
Muy buen post Juan. Y, como no, las aportaciones de Alberto son siempre de primer nivel.
Gracias Carlos!! me alegra mucho que te haya gustado, y agradezco tu presencia y comentarios. Aprovecho para continuar con los antecedentes de la acción de Perry que implicó un importante cambio en la geopolítica asiática:
Uno de los acontecimientos más importantes del siglo XIX fue la inserción de Japón en el mundo, resultado de la estrategia del Comodoro Matthew Calbraith Perry, comandante de la Armada de EEUU.
Japón había sido un extraño país, envuelto en guerras civiles y disensiones entre la corte imperial y los Shogunes quienes detentaban el verdadero poder. En lo exterior, salvo una invasión a Corea en el siglo IV y otra fallida en el siglo XVI, y el rechazo de la invasión mongola en el siglo XII, no había participado en enfrentamientos bélicos.
En 1542 algunos portugueses llegaron en un junco chino y poco después, el misionero jesuíta Francisco Javier comenzó su trabajo de evangelización entre los labradores. Con los misioneros llegaron especialistas navales que les enseñaron a construir grandes barcos y así surgieron expediciones japonesas hacia la India, China, Filipinas y alrededores. Poco después, se instalaron en sus costas otros jesuítas portugueses y protestantes ingleses y holandeses. Pero surgieron serias críticas entre las misiones y en Japón pensaron que los europeos eran un peligro y comenzaron a perseguirlos y a expulsarlos. Temían entonces una invasión extranjera y decidieron aislarse, se prohibió la construcción de barcos, salvo pequeños juncos para cabotaje, ningún japonés podía viajar al extranjero y no se permitían más a los extranjeros entrar a Japón. Todo esto fue resultado de las querellas entre los extranjeros residentes, que motivó el desprecio de los japoneses y un curioso decreto imperial en 1638: “.... Nadie sea osado, mientras el sol ilumine la tierra, viajar a Japón so pena de vida ....”.
En 1837 llegó un barco de EEUU. con náufragos japoneses; fue recibido a cañonazos. En 1849 naufragó en costas cercanas otro barco de EEUU. y los marineros que se salvaron a nado fueron hechos prisioneros. Y así pasaron más de dos siglos en que los barcos no se acercaron a sus misteriosas costas y solo permanecía una pequeña factoría portuguesa en una pequeña isla cerca de Nagasaki, humillada en su tratamiento y permitiendo un viaje controlado de un buque por año.
Es entonces que aparece la figura del comodoro Perry, que trataba de modernizar la Armada de su país y tenía la idea fija de romper el aislamiento del imperio japonés. Había participado en varias expediciones al Mediterráneo, a la India y estuvo en el sitio de Veracruz durante la guerra con Méjico. Logró la construcción de buques a vapor, su armamento con grandes cañones y la creación de una Academia Naval.
Entretanto, estudiaba todo lo que se había escrito sobre el antiguo Cipango, según denominó Colón a Cuba creyendo que era Japón, el viejo “imperio del sol naciente” (con respecto a China, cuya influencia se remontaba al año 600 A. C.); investigó los resultados de la misión de San Francisco Javier de 1547 y de otras, entrevistó a marinos, visitó a historiadores y llegó a una conclusión: la única posibilidad de éxito era una expedición con igual sistema feudal de pompa, castas, uniformes y costumbres y mostrarles los adelantos de su país. Por fin fue autorizado por el presidente Fillmore a organizar la expedición con el fin de lograr un Tratado de comercio, apertura de puertos y tratamiento humano a los marinos.
Con ese fin preparó una flota que fue concentrando en el más riguroso secreto en Hong Kong y Macao, mientras él partía con el buque almirante, el MISSISSIPPI desde Norfolk. A bordo organizó un sistema de castas especial, y él mismo se denominaría “Lord del Interior Vedado”; todo esto también en secreto, incluso para los sectores políticos de su país. Llegado a Hong Kong, partió con una flota de cuatro barcos de guerra hacia las islas Ryukyu, al sur de Japón, haciendo maniobras y desembarcos en Naha y Okinawa, de modo que fueran conocidos y transmitidos a las autoridades feudales. Los buques de la pequeña pero fuerte escuadra eran los siguientes:
1) La fragata a vapor y ruedas MISSISSIPPI, de tres palos, 1.700 toneladas, 10 cañones de 6, 8 y 10, con armamento menor en las bandas y tripulada por 375 hombres.
2) La fragata artillada similar, PLYMOUTH, de tres palos, 1.000 toneladas, 12 cañones principales y otros 10 menores, tripulada por 190 hombres.
3) La fragata artillada SARATOGA, de tres palos, 900 toneladas, con 10 cañones principales y 10 menores en las bandas, llevando una tripulación de 180 hombres.
4) Un Sloop de apoyo, con tres palos, de 800 toneladas, 4 cañones principales y 10 menores, 800 toneladas, ex mercante, con una tripulación de 50 hombres, de nombre SUPPLY.
Después de las maniobras antedichas, partieron hacia el norte a la bahía de Edo (Yedo), la actual bahía de Tokio, adonde entraron el 8 de julio de 1853. Fue recibida la “flota de los barcos negros”, como se denominó en Japón, por multitudes amenazadoras en centenares de pequeños juncos. Echó anclas en Uraga e hizo bajar algunos botes con una nota de visita que fue rechazada. Pero el gobernador de la población de Uraga pidió subir a bordo del buque insignia. Fue rechazado el pedido y se le contestó que “sería recibido por un oficial subalterno”. El gobernador no aceptó y les indicó seguir a Nagasaki. Un oficial superior le indicó que llevaban una carta del Presidente de los EEUU. para el Emperador de Japón a quien consideraba de igual rango, mostrándole el cofre de oro que la contenía. Recién entonces comprendieron las autoridades locales que se hallaban ante un régimen de castas y jerarquías semejantes. Al día siguiente, domingo, se organizaron a bordo ritos religiosos celebrados con cruces, cánticos y música de las bandas, rechazando el pedido del gobernador de subir a bordo porque “el día domingo era sagrado para adorar a su Dios”.
El lunes llegaron barcazas con las credenciales del príncipe Uzi, en caja de sándalo, invitando a los marinos para una ceremonia al día siguiente en la playa. Y aquí sigue la estrategia organizada por Perry.
Bajaron a la playa 15 grandes botes de los acorazados, con un pabellón de los EEUU. cada uno y cien soldados –los más altos de la escuadra- en uniformes de gran gala y precedidos por dos bandas de música. Poco después, bajó el comodoro en otro bote, solo, con dos imponentes marinos y dos grumetes que llevaban el cofre de oro con la carta. El príncipe Uzi esperaba de pié al “Lord del Interior Vedado”, quién le transmitió que regresaría a Macao para volver en la primavera con una gran flota de guerra. El momento fue de gran tensión porque debieron desfilar entre 5.000 soldados japoneses formados a su lado. Después, la flota permaneció tres días en la bahía, en una demostración de fuerza y partió hacia Macao.
Continuará
Un gran abrazo