Una prueba que me ha hecho un Grabador Profesional ..no me ha gustado la verdad sea dicha ,
a salido un poco movido una palabra de las 3 que había..
El grabado hace referencia a la MARINA De GUERRA AUXILIAR De EUZKADI con un ancla que solian llevar ..( esta no oficial )
La navaja es una Aitor Marinera por ser una casa Vasca ( ERMUA )
Este era el dibujo y el texto en si ...el de Arriba en Lengua Vernácula Vasca el Euskera y el de abajo en Castellano ..
Un enlace por si alguien quiere leer el Libro sobre esta Marina
El Escritor del mismo y en lo que se basa gran parte de lo que hay en Wikipedia e Internet
http://um.gipuzkoakultura.net/marina_guerra_euskadi.php
MARINA de GUERRA AUXILIAR DE EUZKADI.
Estubieron estacionados en mi Pueblo en PORTUGALETE ...alli tambien estaban unos submarinos y buques de guerra de la ARMADA ESPAÑOLA...
El edificio. un hotel de indianos donde estaban curiosamente se quemo en los 90 y lo demolieron entero y hicieron un Hotel Nuevo
No hay ni placas ni nada recordando ese lugar aunque por fotografías en el nuevo hotel eran unos bajos donde se instalaron cajeros Automáticos
Foto del bombardeo
La Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi (Euzko itsas Gudarostea) fue la fuerza naval creada en octubre de 1936, durante la Guerra Civil Española, por la Consejería de Defensa del Gobierno Vasco, dirigida por el propio lehendakari José Antonio Aguirre, como complemento de la Marina de guerra de la República en sus misiones de protección del tráfico marítimo y de la pesca y para la limpieza de minas en las aguas que estaban bajo su jurisdicción frente a la marina del bando sublevado. El motivo alegado por el gobierno vasco para su creación fue el bajo rendimiento y la poca confianza que ofrecían las reducidas unidades navales republicanas desplegadas en el mar Cantábrico, lo que también causó que la Marina Auxiliar pasase a ser prácticamente independiente de la Marina Republicana. Prueba de esta desconfianza es la carta de Aguirre a Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire del gobierno de la República, en la que dice:
Cita:
La actuación de las unidades de Marina que han venido a estos puertos ha sido tan desdichada que ya ha cundido en la opinión pública, no ya la crítica acerba, sino hasta el desprecio burlón... El comandante del Císcar, cocainómano, frecuentador de cabarets, habla más de la cuenta... La anarquía y la indisciplina a bordo del Ciscar son evidentes... El comandante del submarino que está en Portugalete se pasa el día en el refugio con una silla, provocando la hilaridad de cuantos se acogen a aquel lugar...
Según nos cuenta Tasio Munarriz en su libro REPUBLICA Y GUERRA EN PORTUGALETE, era para los portugalujos “Pepe el del muelle”. Era como un jarrillero de toda la vida, siempre en la Benedicta o en reparación en La Naval. Solo le faltó aprender a nadar y subir a las 12 a la “fabrica de tubos” para iniciar la ronda de poteo. La fama de este destructor era tan mala que algunos autores y muchos portugalujos consideraron creíble que el 22 de abril de 1937 derribase al famoso piloto de caza republicano Felipe del Rio al confundirlo con el enemigo, aunque parece más fidedigno que lo derribase un caza de la Legión Cóndor. Lo que si es cierto es que el día 24 los artilleros del “Pepe” introdujeron un proyectil en un cañón que ya estaba cargado. Al chocar los dos proyectiles, la explosión mató a un artillero e hirió a otro. En otra ocasión dispararon con la ametralladora del puente destrozando su propia chimenea.
En los barcos republicanos, lo mismo que sucedía en los submarinos, los que mandaban eran los miembros del comité revolucionario de cada buque, no los oficiales. Decidían sobre la salida al mar, las acciones a realizar e incumplían muchas de las órdenes de sus superiores. La indisciplina de la tripulación era total y estaba tolerada o fomentada por los comandantes que simpatizaban con los rebeldes. Por ejemplo, el presidente del comité del “José Luis Díez” se negó a aceptar que embarcasen 10 marinos para cubrir bajas cuando supo que eran vascos.
El Grabado " profesional "
Muelle en PORTUGALETE donde en la Actualidad están Amarrados los Remolcadores y el Practico de Bilbao
Submarino C5 en Portu en 1936
al fondo el PUENTE COLGANTE
El Buque Ciscar amarrado en Portu en el 37
De un libro que se edito hace unos años sobre Ella .por parte de un Museo Guipuzkoano ...Wikipedia , del Archivo Historico del Gobierno Vasco y pequeños detalles que he ido escuchando a lo largo de los años .
Un compañero de Trabajo de mi Padre 20 años mayor formo parte de ella y en los 80 el Gobierno Vasco les dio una pequeña pensión compensatoria y un reconocimiento de Graduación Militar pasada ..
La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi fue una de las unidades militares más singulares y peor conocidas de las que tomaron parte en la Guerra Civil de 1936-1939. Su dependencia exclusiva del Gobierno Vasco, le dió además una gran significación política. Fue creada en octubre de 1936 por la Consejería de Defensa del Gobierno Vasco para ayudar a la Armada Republicana en la protección al tráfico marítimo y a la actividad pesquera en aguas propias y mantuviera libres de minas submarinas los accesos a los puertos vascos. Las circunstancias políticas y militares del conflicto ‑en especial el hecho de quedar aislado el Norte del resto del territorio gubernamental‑, el bajo rendimiento de las Fuerzas Navales del Cantábrico republicanas –que generaron no pocas tensiones entre las jefaturas de ambas fuerzas y desembocaron en una mutua desconfianza‑ y la personalidad del jefe de la Marina Auxiliar, Joaquín de Egia, condujeron a que esta fuerza naval adquiriera una autonomía orgánica y operativa absoluta respecto de la Marina Republicana.
Para organizar esta fuerza auxiliar, Egia convirtió en “buques de guerra” a un buen número de pesqueros que estaban refugiados en Bilbao, sin ninguna ocupación. En su mayoría habían llegado en la evacuación de Pasajes. Les dotó de artillería en unos casos (bous armados) o de aparejos para el rastreo de minas submarinas en otros (dragaminas). Todos los buques fueron pintados de color gris aplomado, llevando en sus amuras, en color negro, la inicial de su nombre o el numeral correspondiente; izaban la ikurriña a proa y la bandera tricolor republicana a popa. Las tripulaciones se organizaron con personal voluntario, procedente de las marinas mercante y pesquera, que suplió su escasa o nula formación militar con entrega, disciplina y una elevada motivación. Más de 900 llegaron a pasar por las filas de la Marina de Euzkadi.
A pesar de las tensiones con las autoridades navales republicanas, la Marina Auxiliar cooperó con las Fuerzas Navales del Cantábrico en cuanto pudo y cubrió sus carencias en la medida en que sus limitados medios lo permitieron. Se ocupó de la escolta de buques mercantes y del rastreo de minas en aguas vascas, llevando el peso de la campaña naval en el bando republicano durante la primera mitad de 1937.
La caida de Bilbao en junio de 1937 obligó a que los buques vascos se trasladaran a Santander, donde los dragaminas prosiguieron con las labores de rastreo. Algunos de los buques, con sus tripulaciones, fueron transferidos a las Fuerzas Navales del Cantábrico y luego operarían en Asturias. La evacuación de Santander en agosto de 1937, puso punto final a sus actividades aunque, sobre el papel, siguió existiendo unos meses más. Algunos de sus integrantes cayeron prisioneros, pero la mayoría consiguió llegar a Francia.
Aproximadamente la mitad de los llegados permanecería en suelo francés hasta el final de la contienda o, en algún caso aislado, pasaría a territorio franquista. La otra mitad regresaría a territorio gubernamental para continuar la guerra en la Armada Republicana o el Cuerpo de Carabineros. Cañon de proa del bou DonostiaQuizá el caso más singular fue el del Cuerpo de Carabineros, donde el propio Gobierno Vasco afincado ahora en Barcelona auspició una entrada masiva de marinos procedentes de la Marina de Guerra Auxiliar y también de la Marina Mercante vasca. Allí tuvieron como labor tripular una flotilla de motoveleros y lanchas, dependientes del Ministerio de Hacienda, que se encargó de mantener el enlace entre los puertos del Levante republicano hasta el fin de la guerra. Después vino la represión o el exilio ‑para algunos una nueva guerra‑ y, en el mejor de los casos, el retorno a la actividad profesional, siempre en condiciones difíciles.
Cuando fueron incautados los primeros bacaladeros seleccionados para ser artillados, sus dotaciones estaban formadas por una mezcla heterogénea de marinos civiles y militares, los unos procedentes de sus primitivas tripulaciones y los otros embarcados por la Armada Republicana.
Con el fin de dotar a estos buques y a todos los de la Marina Vasca de personal sujeto al control del Gobierno de Euzkadi, el 10 de noviembre de 1936, se publicó el Decreto de creación del Voluntariado de Personal de Mar.
El Voluntariado del Mar era un cuerpo militar nutrido con voluntarios civiles.
En principio, la inscripción estaba abierta a todos aquellos que se hubieran dedicado a la navegación mercante o a las faenas profesionales de la pesca de altura o de bajura durante un período mínimo de seis meses.
Se presentaron más de 3.000 voluntarios, con edades que iban desde los 18 a los 60 años y de todas las categorías profesionales: capitanes, pilotos, patrones, maquinistas, fogoneros, ... aunque con escasa preparación militar.
De entre ellos, de acuerdo con los informes que proporcionaban las organizaciones políticas y sindicales a que pertenecían, se seleccionaba al personal necesario para cubrir las tripulaciones de los buques y algunos establecimientos en tierra. Inicialmente los admitidos fueron pocos –alrededor de 350 hombres– pero en junio de 1937, tras la movilización de las quintas de 1924 hasta 1938, su número llegó a ascender a cerca de 700, incluido el personal que se destinó a varios buques y a las oficinas de las Fuerzas Navales del Cantábrico.
Haciendo guardia en el bou Gipuzkoa Tripulantes del Bizkaya en el puente
Una vez incorporados quedaban sujetos a las leyes y fueros de la Marina de Guerra y sometidos a la disciplina militar. Todo el personal recibió vestuario exterior de faena y de paseo.
El primero era tipo mono y el segundo consistía en un chaquetón y pantalones en tonos que iban del gris verdoso al azul marino, junto con botas de pescador y boina oscura.
No se utilizaron insignias, ni galones que identificaran los grados de cada uno, aunque llegó a esbozarse un proyecto. A los comandantes de los bous se les asignó la categoría de tenientes de navío, aunque el resto de la nomenclatura jerárquica se tomó de la existente en la Marina civil.
La mayoría del personal del Voluntariado del Mar provenía de las localidades costeras vascas, más de la mitad eran vizcaínos (57 %), destacando el elevado número de bermeotarras (más del 11 % del total); algo más de la cuarta parte eran guipuzcoanos (28 %) y muy pocos los alaveses y navarros (cerca del 1 % entre ambos); el resto (14 %) eran nacidos fuera de Euskal Herria, en su mayoría en Galicia (11 %), y también en Cantabria, Andalucía, Castilla, Aragón, Asturias, Madrid y Cataluña.
( como dato curioso el marino de Cataluña hace referencia cuando se alistó REPÚBLICA DE CATALUNYA ).
Por lo que se refiere a su militancia política, el 57 % pertenecía a Solidaridad de Trabajadores Vascos o al Partido Nacionalista Vasco, el 19 % era de la UGT o del Partido Socialista y porcentajes menores estaban afiliados a la CNT (5 %), Acción Nacionalista Vasca (4 %), Izquierda Republicana (2 %), Partido Comunista (2 %) y diversos sindicatos profesionales (1 %). Finalmente un 10 % no estaba afiliado o se desconocía su afiliación.
LOS CARABINEROS DEL MAR
La desaparición del Frente Norte, en octubre de 1937, situó en los puertos atlánticos franceses a un gran número de marinos vascos procedentes de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi y las Marinas mercante y pesquera. La mayoría de los que estaban en edad militar pasaron pronto a territorio republicano para incorporarse a diversas unidades, generalmente a la Marina de Guerra. Los de mayor edad quedaron a bordo de los buques refugiados en Francia para asegurar su mantenimiento. Un pequeño grupo permaneció en Francia por su cuenta o fue alojado en los centros de acogida organizados por el Gobierno Vasco. Y, por último, un grupo de varios centenares de oficiales y marineros fuera de edad militar se fue presentando al Gobierno de Euzkadi, instalado entonces en Barcelona, durante los primeros meses de 1938.
Juan Victor Echevarria comisario politico de la Direccion General de CarabinerosTratando de buscar una solución para tan nutrido grupo de marinos sin recursos, el Gobierno Vasco puso enseguida este personal a disposición del Gobierno de la República. Durante un tiempo se realizaron gestiones para destinarlos a algún barco de la Armada, pero la Marina no se mostró receptiva a la propuesta. Las gestiones continuaron después ante otros departamentos del Gobierno sin llegar a encontrar una solución definitiva. En abril de 1938, las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo por Vinaroz, cortando en dos el territorio republicano y aislando a Cataluña del resto del territorio leal. Entonces cobró cuerpo la idea de organizar un servicio marítimo que permitiera enlazar las dos zonas y trasladar de una a otra personal, correspondencia oficial y algunos suministros.
El máximo impulsor de esta iniciativa y de que se utilizara para este servicio a los marinos vascos sin destino fue el comandante Juan Víctor Echevarría, un socialista bilbaino, comisario político de la Dirección General de Carabineros. Echevarría consiguió que su propuesta fuera aceptada y el servicio ideado lo asumió la Jefatura Central de Transportes del Ministerio de Hacienda y Economía que dirigía en aquella época el comandante Julio Tomás de Rementería, bilbaino también, quien sería sustituido a finales de 1938 por el coronel Manuel Fresno Urzay.
Efectivos y organización
Los marinos vascos ingresaron entonces, a partir de mayo de 1938, en el Cuerpo de Carabineros, siendo asimilados en función de su categoría profesional a los grados de capitán (capitán mercante o primer maquinista), teniente (piloto ó 2º maquinista), sargento (patrón, telegrafista o mecánico) o cabo (contramaestre o calderetero). Entre julio y septiembre de 1938 el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros publicó las listas del nuevo personal admitido y destinado a la Jefatura Central de Transportes. Del personal relacionado eran de origen vasco (en su mayoría vizcaino) al menos 23 de los 39 capitanes, 19 de los 37 tenientes, 18 de los 44 sargentos y 14 de los 52 cabos escalafonados. También entre el personal sin graduación eran numerosos los carabineros vascos, en total más de 200 marinos vascos ingresaron de esta forma. Junto con ellos se alistaron además 30 asturianos y santanderinos gracias a la intercesión del Gobierno Vasco que les avaló. Todo este personal, que en conjunto no llegaría a 500 hombres, pasó a tripular una pequeña flotilla de la que formaban parte:
El yate Nere Ametza (359 TRB), el mayor de los buques de la flotilla, cuyo mando fue encomendado al capitán Nicolás Gabicagogueascoa, de Elanchove.
La lancha de vigilancia de la Tabacalera I-1 (128 TRB) que había pertenecido antes a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cataluña. Había sido construida precisamente en Euskalduna y la mandaba el capitán Ricardo Letamendía, de Bilbao.
Varias lanchas tipo “C” de la Tabacalera, más pequeñas. Eran al parecer, las C-1 (25 TRB), C-2 (25 TRB), C-3 (32 TRB), C-5 (32 TRB), C-17 (36 TRB) y C-18 (32 TRB). Una de ellas la mandaba el teniente Francisco Larrea, de Bermeo, y otra –la C-17‑ el capitán Secundino Arguinchona, de Guernica.
Unos cuantos motoveleros de entre 100 y 300 toneladas y de escaso andar. Entre ellos estaban el Margarita Taberner (130 TRB), que mandaba el capitán Pedro Ruiz de Loizaga, de Guernica; el Comercio (91 TRB), que mandaba el capitán Juan Endeiza, también de Guernica; el Arsenio Cañada (338 TRB), mandado por el capitán Félix Gorriño, de Busturia; el Cala Castell (194 TRB), mandado por el teniente José Arana, de Bermeo; el Cala Tramontana, el Cala Fornells (93 TRB), el Malvarrosa (127 TRB), ...
Varios yates y lanchas, generalmente destinados a vigilancia y servicios portuarios, como el Brabo (52 TRB), que mandaba el capitán Pedro Arangüena, de Bilbao.
Distribucion Buques Tabacalera 1937Algunos de los barcos llevaban una o dos ametralladoras para defensa antiaérea, pero otros iban desarmados. A todos se les asignaba un numeral precedido de las siglas M.H.F. (Ministerio de Hacienda‑Flota). Así, la I-1 era el MHF-525, el Nere Ametza era el MHF-601, los motoveleros pertenecían a la serie “7”: el Cala Castell era el MHF-707, el Margarita Taberner el MHF-713, el Cala Fornells el MHF-720, etc. Las bases principales desde donde operaban estos buques estaban en Barcelona, sede de la Jefatura Central de Transportes, y Valencia, sede de la Subjefatura. Además había puestos en todas las poblaciones costeras importantes. En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, se ubicó el cuartel de Carabineros de Mar que acogía al personal de retén o en espera de destino.
Actividades de la Flotilla
Desde julio de 1938 hasta el fin de la guerra, los Carabineros de Mar realizaron continuamente misiones de enlace y pequeño transporte por la costa levantina, además de las propias del Cuerpo de Carabineros, como vigilancia en los muelles, organización de la pesca, etc. En sus travesías, los buques de carabineros navegaban generalmente de noche para evitar los ataques de la aviación o de buques de superficie. Aún así, los viajes no estaban exentos de riesgos.
Una noche, cuando el Nere Ametza se dirigía de Barcelona a Valencia y acababa de pasar Tarragona, se topó con varios buques de la escuadra rebelde que se acercaron para reconocerle. El Nere Ametza izó la white ensign de la Reserva Naval británica y los buques se alejaron. Sin embargo, el capitán Gabicagogueascoa no quedó muy seguro de haberles despistado y, como además aquel día apenas podían alcanzar más de 4 nudos por estar quemando un carbón muy malo de origen francés, decidió volver a Tarragona. Cuando ya se aproximaba a puerto divisó en el horizonte las luces de un bou armado franquista que se dirigía a su encuentro. Afortunadamente para el Nere Ametza, el bou estaba aún lejos y no pudo alcanzarle antes de entrar en Tarragona.
En todos los viajes no hubo la misma suerte. El 17 de octubre de 1938, el motovelero Arsenio Cañada iba de Barcelona hasta Aguilas para recoger un cargamento de aceite comestible cuando se topó con varios destructores enemigos y fue apresado por el Huesca. Antes de ser detenido el capitán ordenó arrojar por la borda el fusil ametrallador que llevaba el barco como único armamento.
En otras ocasiones fue la aviación quien hostigó a los buques de carabineros. Como el 6 de enero de 1939, cuando el Margarita Taberner estuvo a punto de ser hundido por un hidroavión Cant Z 506B que le atacó después de rebasar Castellón. En aquel momento realizaba un viaje de Denia a Barcelona llevando algunos pasajeros militares y un cargamento de naranjas. El avión le hizo varias pasadas con fuego de ametralladoras y lanzándole pequeñas bombas, a lo que respondió el motovelero con sus dos ametralladoras antiaéreas. Afortunadamente las naranjas redujeron el efecto de las balas, y a pesar de sufrir averías importantes consiguió entrar en Barcelona.
La aviación causó además otras bajas a los Carabineros de Mar, en especial durante los frecuentes bombardeos del puerto de Barcelona realizados en los últimos meses de 1938. En uno de ellos quedó ligeramente averiado el Nere Ametza que tuvo que pasar en el dique un par de semanas. En otros bombardeos resultaron muertos varios carabineros, entre ellos el sargento Jesús Sánchez Basagoiti, de Algorta, fallecido el 21 de octubre de 1938 cuando cumplía servicios de guardia en los muelles del puerto.
La caída de Cataluña y el final de los Carabineros de Mar
A comienzos de enero de 1939, ante el avance de las tropas rebeldes contra Cataluña, la Jefatura Central de Transportes se trasladó a Olot. Durante los últimos días del mes de enero, los barcos de carabineros colaboraron en la evacuación de las localidades costeras. Varios de los buques se perdieron mientras participaban en estas labores, como la lancha C-17 del capitán Secundino Arguinchona, que resultó hundida el 23 de enero durante uno de los últimos bombardeos de Barcelona. También el Comercio se perdió accidentalmente en Rosas en enero de 1939. El resto de los buques, entre ellos la lancha I-1 y el Malvarrosa cargados de carabineros y de refugiados civiles pudieron llegar a Marsella en febrero de 1939 y quedaron allí internados. Muchos de estos recién llegados irían a parar al campo de concentración de St. Cyprien.
Después de la pérdida de Cataluña la flotilla había quedado reducida al Nere Ametza que estaba entonces en Valencia, algún motovelero y lanchas menores. El yate fue a Alicante a cargar carbón y luego a Jávea. Allí tuvieron noticias de que la Flota Republicana había salido de Cartagena para no volver. La noche del 6 de marzo de 1939, después de recoger a algunas personas que querían escapar, y a la vista de que el final de la guerra parecía próximo, el Nere Ametza abandonó Jávea y se dirigió a la costa argelina. El 7 de marzo por la mañana el yate entraba en Orán, mientras la Flota Republicana lo hacía en Bizerta el mismo día. Dos días antes había alcanzado también el puerto de Orán el Cala Castell. Los bombardeos de los puertos republicanos por la aviación franquista causarían las últimas bajas en la flotilla, como fue el caso de las lanchas C-2 y C-5 hundidas en Valencia.
Del personal de origen vasco en Carabineros de Mar sólo quedaba ya un pequeño núcleo en la Subjefatura Central de Transportes. Algunos pudieron escapar a tiempo, otros prefirieron quedarse y fueron hechos prisioneros, como el capitán Carlos Intxausti, bilbaíno, jefe de la Sección de Suministros de la Subjefatura, que fue capturado cuando cayó Valencia el último día de la guerra.