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TEMA: Una fiera salvaje!!

Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #1

  • Facón
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Hace ya mucho tiempo, cuando fui a retirar esta navajita que les voy a mostrar, la persona a la que se la compré, - un caballero entrado en años - , me comentó que había sido de su padre y me agregó una advertencia – “tenga cuidado con ella señor, porque es como una fiera salvaje, al menor descuido lo muerde”
Cuando me retiraba iba pensando, este viejo debe estar medio gagá, mira si esta navajita va a ser peligrosa, mas parece un juguete que otra cosa, jejj.

Se trata de una navaja de caballero con cachas de plata esterlina con un delicado diseño estilo "Art Nouveau", de 3” (75 mm) de largo y dos hojas. Hoja principal tipo “Spear” en acero al carbono de 42 mm de largo, en el recazo lleva el cuño de “Nussbaum & Hunold Germany”, la ranura de la uña es del tipo “francesa” o “long pull” lo que ya nos habla de una pieza de la primera mitad del SXX. La hoja menor es del tipo “Pen” de 35 mm de largo, también en acero al carbono, con el mismo cuño en el recazo y también ranura francesa. Muelle de acero al carbono y pines de plata.
Las hojas con un espesor de 1,1 mm tienen un filo increíble. Cuando llegué a casa me puse a limpiarla… y ahí nomás me acordé de las palabras del veterano vendedor, porque me corté dos dedos – cortes pequeños por cierto - No sé si se trata de una combinación de muelles muy fuertes y hojas finas y muy filosas que se cierran rápidamente y con mucha fuerza, pero la verdad es que muerde!!!
Van las fotos:











Sobre los fabricantes, Nussbaum & Hunold, no hay prácticamente nada de información, solamente que fueron una empresa de Joyeros y plateros establecidos en Providence (Rhode Island) allá por 1903, y que cerraron definitivamente en 1920. Por lo tanto, no es descabellado decir que esta viejita tiene seguramente más de 100 años.

Nussbaum & Hunold
Providence, RI 1903-1920
Founded by Benjamin Nussbaum, Joseph Nussbaum, and Walter Hunold.
Manufacturers of sterling novelties and jewelry.


Seguramente contrataban la fabricación de las navajas en Alemania (por eso ponen Germany en el recazo de las hojas) y luego ellos se encargaban de la parte de platería exterior.
Lo que si puede encontrarse en la web gran cantidad de objetos de platería de la marca.






Espero que les haya gustado la "fierita",

Un saludo
Última Edición: 2 años 2 meses antes por Facón.
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Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #2

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Preciosa navaja, enhorabuena !

Y cuidado con la fiera :lol:
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Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #3

  • Facón
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Muchas gracias Manuel por estar siempre presente con tus comentarios amables y estimulantes!! Tengo a buen recaudo esta "fiera", y ya que estamos en tema, se me ocurre copiar aquí un cuento de Maupassant - quizá el mejor de su producción - que tiene mucho que ver con una fiera salvaje, creo que te gustará, aunque me parece que ya lo he subido hace mucho tiempo, pero bueno... como parte de la audiencia siempre se renueva...

El Lobo


Esto nos lo contó el viejo marqués de Arville, al terminar la cena que se celebraba el día de San Huberto, en casa del barón de Ravels.
Habíamos estado cazando ciervos ese día. El marqués era el único invitado que no tomó parte alguna en aquella batida, porque no cazaba jamás.

Durante la fastuosa comida casi no se habló más que de cacería de animales. Hasta las señoras oían con interés las narraciones sangrientas y con frecuencia inverosímiles; los oradores acompañaban con el gesto la relación de los ataques y luchas de hombres y bestias; levantaban los brazos, ahuecaban la voz.

Agradaba oír al señor de Arville, cuya poética fraseología resultaba un poco ampulosa, pero de buen efecto. Es indudable que habría referido muchas veces, en otras ocasiones, la misma historia, porque ninguna frase lo hizo dudar, teniéndolas todas ya estudiadas, muy seguro de producir la imagen que le convenía.

-Señores: yo no he cazado nunca; mi padre, tampoco; ni mi abuelo. Este último era hijo de un hombre que había cazado él solo más que todos ustedes juntos. Murió en 1764, y voy a decir de qué manera.

"Se llamaba Juan, estaba casado y era padre de una criatura, que fue mi abuelo; habitaba con su hermano menor, Francisco de Arville, en nuestro castillo de Lorena, en pleno bosque.

"Francisco de Arville había quedado soltero; su amor a la caza no le permitía otros amores.

"Cazaban los dos todo el año sin tregua, sin descanso y sin rendirse a las fatigas. Era su mayor goce; no sabían divertirse de otro modo; no hablaban de otro asunto: sólo vivían para cazar.

"Dominábalos aquella pasión terrible, inexorable, abrasándolos, poseyéndolos, no dejando espacio en su corazón para nada más.

Habían prohibido que por ninguna causa los interrumpieran en sus cacerías. Mi abuelo nació mientras su padre perseguía a un zorro y, sin abandonar su pista, Juan de Arville murmuró:

"-¡Recristo! Bien pudo esperar ese pícaro para nacer a que yo termine".

Su hermano Francisco se apasionaba aún más en su afición. Lo primero que hacía en cuanto se levantaba era ver a los perros y los caballos; luego, se entretenía disparando a los pájaros en torno del castillo hasta la hora de salir a caza mayor.

En la comarca llamábanlos el señor marqués y el señor menor; entonces los aristócratas no establecían en los títulos -como ahora la nobleza improvisada quiere hacerlo- una jerarquía descendiente; porque no es conde un hijo de marqués ni barón un hijo de vizconde, como no es coronel de nacimiento el hijo de un general. Pero la vanidad mezquina de los actuales tiempos lo dispone así.

- Vuelvo a mis ascendientes.

"Eran, según parece, desmesuradamente grandes, huesudos, velludos, violentos y vigorosos; el joven aún más que su hermano mayor, y tenía una voz tan recia, que, según una opinión popular que le complacía, todas las hojas del bosque se agitaban cuando él daba un grito"

Y, al salir de caza, debieron de ofrecer un espectáculo admirable aquellos dos gigantes, galopando en dos caballos de mucha talla y brío.

El invierno de 1764 fue muy crudo y los lobos rabiaron de hambre.

Atacaban a los campesinos rezagados, rondaban de noche alrededor de las viviendas, aullaban desde la puesta de sol hasta el amanecer y asaltaban los establos.

Circuló un rumor terrible. Hablábase de un lobo colosal, de pelo gris, casi blanco; que había devorado a dos niños y el brazo de una mujer; había matado a todos los mastines de la comarca y, saltando las tapias, oliscaba sin temor alguno bajo las puertas. Ningún hombre dejó de sentirlo resoplar; su resoplido hacía estremecer la llama de las luces. Invadió la provincia un pánico terrible. Nadie salía de casa de noche ni al anochecer. La oscuridad parecía poblada en todas partes por la sombra de aquella bestia...

Los hermanos de Arville, resueltos a perseguir y matar al monstruo, dispusieron grandes cacerías, invitando a los nobles de la región.

Todo fue inútil; ni en los bosques ni entre las malezas lo hallaron jamás. Mataban muchos lobos, pero aquél no aparecía. Y cada noche, al terminar la batida, como para vengarse, la bestia feroz causaba estragos mayores, atacando a un caminante o devorando alguna res; pero siempre a distancia del sitio donde lo buscaron aquel día.

Por fin, una noche entró en las pocilgas del castillo de Arville y devoró los dos mejores cerdos.

Juan y Francisco reventaban de cólera, suponiendo aquel ataque una provocación del monstruo, una injuria directa, un reto. Con sus más resistentes sabuesos, acostumbrados a perseguir temibles bestias, aprestáronse a la caza, rebosando sus corazones odio y furor.

Desde el amanecer hasta que descendía el sol arrebolado entre los troncos de los árboles desnudos, batieron inútilmente los matorrales.

Regresaban furiosos y descorazonados, llevando al paso las cabalgaduras por un camino abierto entre maleza, sorprendiéndose de que burlase un lobo toda su precaución y poseídos ya de una especie de recelo misterioso.

- Juan decía:

"Esa bestia no es como las demás. Parece que piensa y calcula como un hombre".

- Y contestaba Francisco:

"Acaso conviniera que nuestro primo el obispo bendijese una bala, o que lo hiciese algún sacerdote de la región, rogándole nosotros que pronunciase las palabras oportunas".

Callaron y, después de un silencio, advirtió Juan:

"Mira el sol, qué rojo. La fiera no dejará de causar algún daño esta noche".

Apenas había terminado la frase, cuando su caballo se encabritó; el de Francisco coceaba. Un espeso matorral, cubierto de hojarasca, crujió, abriendo paso a una bestia enorme y gris que, saliendo rápidamente de su escondrijo, se internó al punto en el bosque.

Continuará,
Un Abrazo!!
Última Edición: 2 años 2 meses antes por Facón.
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Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #4

  • Facón
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Y ya vamos dando fin a esta apasionante historia que nos narra Maupassant:

Los dos Arville articularon una especie de rugido que demostraba su fiera satisfacción y encogiéndose, inclinados hacia adelante, pegándose al cuello de sus briosos caballos, impulsándolos con todo su cuerpo, los lanzaron a la carrera, excitándolos, arrastrándolos, enloqueciéndolos de tal modo con las voces, con sus movimientos, con la espuela, que los hercúleos caballeros, como si un ímpetu gigantesco los condujera volando, parecían arrastrar entre las piernas a sus caballos, que iban a escape, tocando en el suelo con el vientre, haciendo crujir los matorrales y salvando las torrenteras, encaramándose por escarpadas pendientes y descendiendo por angostas gargantas. Los caballeros hacían resonar las trompas con toda la fuerza de sus pulmones, llamando a sus criados y a sus perros.

De pronto, en medio de aquella furiosa y precipitada persecución, mi bisabuelo se golpeó en la frente con una rama enorme que le abrió el cráneo y cayó sin sentido al suelo, mientras el caballo continuaba su carrera loca, desapareciendo en la densa oscuridad que iba envolviendo el bosque.

Francisco de Arville paró en seco y se apeó, cogiendo en brazos a su hermano; vio que por la herida, entre la sangre, asomaba también el cerebro.

Entonces, apoyándolo sobre sus rodillas, contempló el rostro ensangrentado, las facciones rígidas, inertes, del marqués. Poco a poco un miedo lo invadió, un miedo extraño que no había sentido nunca. Temía la oscuridad, la soledad, el silencio del bosque; hasta llegó a temer que apareciera el fantástico lobo, que se vengaba de aquella persecución tenaz de los Arville haciendo morir al mayor de los hermanos.

Espesaban las tinieblas; el frío, agudo, hacía crujir los árboles. Francisco se incorporó, tembloroso, incapaz de permanecer allí más tiempo, sintiéndose casi desfallecer. No se oía nada; ni ladridos de perros ni voces de trompa; todo estaba mudo en el invisible horizonte, y aquel silencio taciturno de una helada noche tenía bastante de horroroso y extraño.

Alzó entre sus manos de coloso el cuerpo gigantesco de Juan, atravesándolo sobre la silla para llevarlo al castillo; montó y se puso en marcha, despacio, sintiendo una turbación semejante a la embriaguez, perseguido por espectros indefinibles y espantosos.

De pronto, una forma vaga cruzó el sendero que la nocturna oscuridad invadía. Era la bestia. Una sacudida brusca, un verdadero espanto agitó al cazador; algo frío, como una gota de agua, se deslizó sobre sus riñones; y, como un ermitaño que ahuyenta a los demonios, el caballero hizo la señal de la cruz, desconcertado ante aquella temible aparición del espantoso vagabundo. Pero sus ojos refrescaron su memoria, presentándole a su hermano muerto; y, de pronto, pasando en un instante del miedo al odio, rugió furiosamente y espoleando al caballo se lanzó tras el lobo.

Lo siguió entre los matorrales, por las torrenteras y a través de bosques desconocidos. Galopaba con la vista penetrante, clavada en la sombra que huía; tropezaban en los troncos y en las rocas la cabeza y los pies del muerto atravesado en la silla. Le arrancaban el cabello las zarzas y salpicaba con sangre los árboles, golpeándolos con la frente; las espuelas rechinaban y hacían saltar chispas de los pedruscos.

De pronto, la bestia y su perseguidor salieron del bosque y se lanzaron a un valle cuando aparecía la luna en lo alto del monte; un valle pedregoso, cerrado por enormes rocas. No hallando fácil salida por aquella parte, la bestia retrocedió.

Francisco no pudo contener un alarido estruendoso de alegría, que los ecos repitieron como repiten el rodar de un trueno, y saltó a tierra empuñando el cuchillo de monte.

La bestia, con los pelos erizados y arqueado el cuerpo, lo aguardaba. Pero antes de comenzar el combate, cogiendo el cazador el cuerpo de su hermano, lo apoyó entre unas rocas, y sosteniéndole con piedras la cabeza, que parecía una masa de sangre cuajada, le dijo a voces, como si hablara con un sordo:

"-¡Mira, Juan! ¡Mira esto!"

Y se arrojó sobre la bestia. Sentíase bastante poderoso para levantar en vilo una montaña, para triturar pedernales entre sus dedos. La bestia quiso hacer presa en él, procurando arrimar su hocico al vientre del cazador; pero éste la tenía sujeta por el cuello y la estrangulaba tranquilamente con la mano, sin acordarse del cuchillo, gozándose al sentir los ahogos de su garganta y las palpitaciones de su corazón. Reía, reía más, cuanto más apretaba; reía gritando: '¡Mira, Juan! ¡Mira esto!' Ya no hallaba resistencia: el cuerpo de la fiera cedía con blandura. El lobo estaba muerto.

Entonces Francisco lo alzó en sus brazos, y acercándose a su hermano con aquella carga, lo arrojó a sus pies diciendo, conmovido y cariñoso:

"-Toma, Juan; tómalo; ahí lo tienes."

Después colocó en la silla los dos cuerpos y se puso en marcha.

Entró en el castillo riendo y llorando, como Gargantúa cuando el nacimiento de Pantagruel.
Pregonaba la muerte de la bestia con exclamaciones de triunfador y gritos de gozo; refería la muerte de su hermano, gimiendo y arrancándose las barbas.

Y, pasado el tiempo, cuando hablaba de aquella noche fatal, decía con lágrimas en los ojos:

"-¡Si al menos hubiese podido ver el pobre Juan cómo estrangulé al lobo, es posible que muriera satisfecho! ¡Estoy seguro!"

La viuda educó a su hijo haciéndolo odiar la caza y ese odio se ha transmitido hasta mí de generación en generación."

El marqués de Arville había terminado. Alguien preguntó:

-Esa historia es una leyenda, ¿verdad?

Y el marqués respondió:

-Aseguro que todo es cierto, que todo ha ocurrido.

Y una señora dijo con dulzura:

-De cualquier modo, agrada oír contar que alguien se apasiona fieramente.

Fin

Espero que les haya gustado.

Saludos

El castillo de Arville - lugar donde Maupassant sitúa los acontecimientos - en un grabado de 1738, cuando era un pabellón de caza.



Hoy



Última Edición: 2 años 2 meses antes por Facón.
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Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #5

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Querido amigo Juan, maestro:

Muestras gracias por mostrarnos esa belleza de navajita "fiera sedienta de sangre" y por esa estupenda historia que hace relación a otra "fiera" y a la pasión por la caza.

Disfruta de ella y ten cuidado con sus "besos", pues como ya has podido comprobar, son peligrosos.

Un fuerte abrazo.
Félix
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Una fiera salvaje!! 2 años 2 meses antes #6

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JEFUERZAXXIX escribió:
Querido amigo Juan, maestro:

Muestras gracias por mostrarnos esa belleza de navajita "fiera sedienta de sangre" y por esa estupenda historia que hace relación a otra "fiera" y a la pasión por la caza.

Disfruta de ella y ten cuidado con sus "besos", pues como ya has podido comprobar, son peligrosos.

Un fuerte abrazo.
Félix

Muchas gracias por tu participación - como siempre - amigazo Félix!! Esos comentarios siempre son un estímulo y celebro que todo haya resultado de tu agrado!!
Buen cuidado tengo por cierto con la fiera!!

Se me ocurre que este tema va con la navaja....porque como tu dices, hay que tener cuidado con sus "Besos", para hablarle de cerca sin burladero, hay que ser torero !!


Un gran abrazo!!

PD:



Última Edición: 2 años 2 meses antes por Facón.
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Una fiera salvaje!! 2 años 1 mes antes #7

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Hola a todos:

Preciosa navaja histórica y buena historia de Maupassant.

Tengo una navajita de Solingen con incrustaciones de oro en las cachas, regalo de un amigo nacido en 1923: E.P.D. Este hilo me anima a publicarla.

Es una E. Bonsmann, Solingen, Germany, como se lee en la hoja grande y en el reverso SINOX rostfrei.
Rostfrei, o sea inoxidable en la hoja pequeña y en la lima de uñas.

Saludos:

David.
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Una fiera salvaje!! 2 años 1 mes antes #8

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Brugent escribió:
Hola a todos:

Preciosa navaja histórica y buena historia de Maupassant.

Tengo una navajita de Solingen con incrustaciones de oro en las cachas, regalo de un amigo nacido en 1923: E.P.D. Este hilo me anima a publicarla.

Es una E. Bonsmann, Solingen, Germany, como se lee en la hoja grande y en el reverso SINOX rostfrei.
Rostfrei, o sea inoxidable en la hoja pequeña y en la lima de uñas.

Saludos:

David.

Muchas gracias por pasar y comentar David!! Celebro que te haya gustado y servido para animar a presentar esa navajilla, que ya estamos esperando!!
Un abrazo!!
Última Edición: 6 meses 3 semanas antes por Facón.
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