El Museo del Ejército (Toledo). Exposición temporal: 1998 El final de cuatro siglos de Cuba y Filipinas españolas.
Armas Blancas en Filipinas.
Armas Blancas en Museos 3.

Tal y como escribía en mi anterior post, pude visitar en el Museo del Ejército, una exposición temporal y alguno de sus fondos que se exponían en la planta baja del “Alcázar”.

Continúo esta “miniserie” con el Museo del Ejército (Toledo), y en particular con la Exposición temporal: 1898 El final de cuatro siglos de Cuba y Filipinas españolas. En esta ocasión con Armas Blancas tradicionales en Filipinas

Antes de comenzar, como en anteriores ocasiones, pido disculpas por la calidad de las fotografías, tomadas con la cámara del teléfono móvil, sin poder usar flash y a objetos que se encontraban protegidos o situados tras cristales.

Aunque ya he tratado de una u otra manera el tema de las Armas Blancas tradicionales en las Islas Filipinas en los post de este mismo Foro:
El Museo Antropológico Nacional. Armas Blancas Filipinas.
Y Bolomachete (machete) filipino en madera.
Vamos a volver a ver alguna de las tipologías que ya he mostrado a través de piezas que, en este caso, se exhiben en el Museo del Ejército en la exposición temporal referenciada y a recordar algunas generalidades sobre las mismas.

Armas tradicionales de Filipinas.

Con origen en Malasia, Indonesia, India y China, las armas filipinas se vieron influenciadas por polinesios, “moros” y españoles.
Sus tipos y tamaños corresponden a cada grupo étnico. Las largas y rectas son del sudeste asiático; las de hojas curvas son de origen indonesio y malayo; y otras se desarrollaron con materiales del archipiélago como el ratán.

Armas flexibles: la Kadena (cadena), la lubid (cuerda), el pañyo (pañuelo) y el látigo español.

Armas punzocortantes: sables, espadas, dagas y puñales.
El tilbong de los filipinos (especialmente en Cebú), que es una espada pesada de hoja terminada en punta muy alargada.
La silenciosa y mortal daga con hoja tipo kris.
La famosa navaja Balisung, creada en 1905 por Perfecto de León en Batangas (cerrada para fortalecer el puño y golpear; y abierta para cortar y clavar), e incorporada por los japoneses en la II Guerra Mundial para la lucha cuerpo a cuerpo.

Armas de golpeo o impacto:
Los olisi o bastones de madera de rattan.
El garrote, plano para imitar los movimientos del sable.
El lingua (hacha).
Distintas clases de bolo y un tipo de machete, el panabas, empleados por la guerrilla filipina contra los invasores japoneses.

Vamos a ver alguna de ellas:



Espada “Kampilan”.
Acero, madera y cerdas, 1850.



Espada “Panabas”.
Acero, madera y hierro, 1850.



Hacha “Aliwa”.
Acero, madera y pelo.



“Kriss” de hoja flamígera.
Acero, plata y madera, 1860.



“Tenegre” de las islas Visayas.
Acero, plata, asta y nácar, 1860.

Panoplia de armas filipinas en miniatura.
Ébano, acero, hierro, nácar, marfil y seda.
Segunda mitad del siglo XIX.



Panoplia de armas filipinas en miniatura.
Ébano, acero, hierro, nácar, marfil y seda.
Segunda mitad del siglo XIX.



Si cuando hablábamos de Cuba mencionábamos las trochas y líneas fortificadas y mostrábamos la maqueta de uno de los fortines de trocha, similar a los que se edificaron en la trocha del Sicario, en el último término del siglo XIX, en Filipinas tenemos que hablar de las Casas de nipa tradicionales y de alguna de ellas “atrincherada”.

La casa de nipa tradicional.

La nipa es una planta gramínea con flores de panoja cilíndrica cuyas cañas sirven a los nativos para la construcción de casas rurales y sus hojas para confeccionar tejidos, entre otros usos.
Los indígenas de Filipinas construían sus casas de nipa empleando madera y bambú para uros y paredes, y nipa para sus tejados.
Esta vivienda campesina se levantaba sobre postes, era de planta cuadrada o rectangular, tenía uno o dos pisos y el tejado a dos aguas con caballete.
Su única habitación hacía las veces de sala, comedor y dormitorio. Su cocina se apoyaba en un fogón de madera.
El mobiliario era muy simple: una mesa, bancos de tiras de bambú y esteras para dormir.
Las casas de nipa de los Bajau de Joló (“los nómadas del mar”) son barcas con tejado de nipa.

Estas casas, en ocasiones, se prestaban a ser “atrincheradas”, usándose para ello, en ese caso, normalmente las de dos pisos, que daban mayores capacidades de observación y mejores campos de tiro, a la vez que una mayor protección.
Vamos a ver diferentes vistas de una maqueta de este tipo de casa y posteriormente una casa tagala atrincherada.
Maqueta de casa de nipa de época colonial, 1848.






Casa tagala, de nipa, atrincherada.
Autor: Arias Rodríguez, Manuel.
1889.
Inscripción: “banay (casa) atrincherada habitado por los jefes tagalos y última pieza de artillería con que cañoneaban al destacamento español de Baler (Filipinas), mandado por d. Saturnino Martín Cerezo”/”AL MUSEO HISTORICO MILITAR/SATURNINO MARTÍN CEREZO/1-3-1940”.

Ya que hemos mencionado a Saturnino Martín Cerezo, no puedo dejar de incluir una fotografía tomada del catálogo “Héroes de Baler” en la que podemos ver su navaja personal.



Saturnino Martín Cerezo.



Saturnino Martín Cerezo, nacido en Miajadas (Cáceres) en 1866, 32 años después y con el empleo de segundo teniente, protagonizó una de las mayores gestas bélicas españolas como jefe de los llamados “últimos de Filipinas”, defensores del Destacamento de Baler, durante 337 días. Alcanzó el empleo de general de brigada de Infantería habiendo ingresado en el Ejército como recluta (soldado de reemplazo).

Fotografía de una pintura de la Iglesia de Baler.




Tras esos 337 días de heroico asedio, la capitulación de los 32 supervivientes de los 60 sitiados iniciales, se hizo con todos los honores…

Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, han defendido su Bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo, rindiendo culto a las virtudes militares, e interpretando los sentimientos del Ejército de esta República, que bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de Guerra, y de acuerdo con mim Consejo de Gobierno.
Vengo a disponer lo siguiente:
Artículo único. Los individuos que se componen las expresadas fuerzas, no serán considerados como prisioneros, sino por lo contrario, como amigos; y en su consecuencia, se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país.
Dado en Tarlak á 3º de junio de 1899. – El Presidente de la República. Emilio Aguinaldo.-
El secretario de Guerra, Ambrosio Flores.
República de Filipinas
Decreto


Modelo escultórico del teniente Saturnino Martín Cerezo.
Salvador Amaya, 2019
Resina.

Si alguno de los lectores del post desea profundizar más en lo que allí ocurrió, en 1904 Saturnino Martín Cerezo contó su hazaña en un libro que fue un auténtico best seller que se tituló “El sitio de Baler, notas y recuerdos”. [/i]Azorín, que prologó la cuarta edición, escribió que en Baler, “se escribió la página más brillante que desde Numancia, si, desde Numancia, ha escrito el heroísmo español. Cosas muy admirables se han visto en la guerra europea; no se ha visto ninguna superior a la defensa de Baler. (…) La capitulación se hizo con todos los honores, los máximos honores, para los sitiados. Treinta y dos soldados fueron los que quedaron. ¿Qué nación en Europa puede mostrar ejemplo de tal heroísmo?”




El médico Rogelio Vigil de Quiñones Alonso, también escribió un libro sobre el tema: “España en Filipinas, la muy heroica defensa de Baler”

Otro de los mejores libros sobre la relación de España y Filipinas, son las memorias del sargento Deogracias González Hurtado, nacido en Hinojal en 1874 y muerto en 1936 en Santiago del Campo, el libro se titula “La pérdida de Filipinas narrada por un soldado extremeño”, publicado en 1998, gracias a Julián Chaves en la Editora Regional de Extremadura.

Fotografía tomada el 2 de febrero de 1889 en Barcelona, tras el regreso del destacamento a España.

A la izquierda, el médico Rogelio Vigil de Quiñones. En el centro, de pie, el cabo Jesús García Quijano. A la derecha, el segundo teniente Saturnino Martín Cerezo.

Fotografía de la totalidad de los supervivientes.


Los supervivientes del destacamento de Baler fotografiados el 2 de septiembre de 1899 en el patio del cuartel Jaime I de Barcelona (actualmente un campus de la Universidad Pompeu Fabra).

“Mucho supone en el fragor de la batalla el ataque a la batería formidable; mucho el cruzarse con las bayonetas enemigas; pero aún hay algo más pavoroso, irresistible y difícil en la tenaz resistencia del que, una hora y otra hora, un día y otro día, sabe luchar contra la obsesión que le persigue: sostenerse tras la pared que le derriban y no ceder a los desfallecimientos del cansancio”.
Saturnino Martín Cerezo, “El sitio de Baler, notas y recuerdos”.

Espero que les haya resultado interesante.

Muchas gracias por haberme acompañado hasta el final.

Un atento saludo a todos.
Félix

Muchas gracias Fèlix es un placer leer estas historias de heroìsmo tan bien presentadas por tu mano, ademàs de conocer todo sobre esa cultura !!
Un gran abrazo!!

Facón escribió:
Querido amigo Juan, maestro:

Muchas gracias a ti por tus siempre amables comentarios. He tenido muy buenos maestros en el Foro, entre ellos tú, a quienes tomo como modelos. Las historias con las que acompañas tus presentaciones siempre me han encantado.

Un fuerte abrazo.
Félix