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TEMA: El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario

El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #1

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Hace algo más de año y medio, tuve la fortuna de encontrarme – aquí en Montevideo – con dos viejas navajas marineras de Friedrich Herder. Una de ellas ya ha sido mostrada en su oportunidad – Clickear aquí-- y ahora le toca a la otra, que ya detallo:

Navaja de la tipología marinera tradicional, con cachas de acero texturizado de 120 mm de largo cerrada. Hoja de acero al carbono de 90 mm de largo con la punta cortada como es usual en navajas marineras, espesor de la hoja 3mm. Lleva marcado en el recazo “F. Herder A Sn. Solingen” con el tradicional cuño de las llaves cruzadas (registradas en mayo de 1848 y posteriormente en 1895). Un robusto punzón desatanudos de acero al carbono de 90 mm de largo con un diámetro de 10 mm. Muelles, pines y separadores de acero al carbono, salvo un pasador en el extremo de bronce que seguramente servía para fijar la anilla – que se ha perdido. Originalmente las cachas estaban cubiertas por pintura de un color amarronado, que ha desaparecido casi totalmente por desgaste, quedando solamente restos en las partes profundas del texturizado, creo recordar que las había también pintadas de color negro.
Tanto la hoja como el punzón cuentan con descanso a 90°.
Se trata de una navaja muy robusta y pesada, que aún está en muy bien estado y operativa, a pesar de la pérdida de la anilla, y de los años que tiene encima – seguramente más de ochenta, estimando que debe corresponder a los años 30/40 del siglo pasado – tal como conversado en su oportunidad con el compañero Ulhdez.

Van las fotos:













La otra marinera Herder del año pasado iba acompañada de la historia del “Michel” un corsario alemán en la 2da GM, al mando de un viejo lobo de mar, el capitán Hellmuth von Ruckteschell, que en esta oportunidad retorna para contarnos lo que fue su primera experiencia como corsario, al mando del “Widder”, por eso lo del título del post.

Copio aquí algo sobre F. Herder:
Friedrich Herder Abraham Sohn es una de las cuchillerías alemanas más antiguas. Sus raíces pueden encontrarse en 1623 cuando Arndt, Jürgen y Wilhelm Herder comenzaron a fabricar cuchillos en Geylenbergh, durante la guerra de los 30 años. Luego Peter Herder registró el “As de picas” como su marca en 1727. Para 1781, los Herder giraban bajo la razón social “Johann Abr. Herder & Sohne en Ober-Pilghausen. Friedrich Herder registró la empresa como Friedrich Herder Abr. Sohn en 1840 y recibió la autorización para utilizar el cuño con las dos llaves cruzadas en 1848 y la firma fue ingresada en el registro de Solingen en 1888.
La firma fabricó una gran cantidad de armas blancas en 1870/80, incluídas bayonetas para Inglaterra y para el Imperio Austro-Húngaro.
Friedrich Herder falleció en 1887 y Gustav Weyersberg - que era el esposo de su hija mayor - comenzó a gerenciar los negocios en rápido crecimiento. En 1898 se estableció un depósito en Buenos Aires para aprovechar el crecimiento de la demanda sudamericana, a la vez que se intensificaban los negocios con Holanda y sus colonias.
Entre 1914/28 figuran como propietarios de la firma Gustav Weyersberg, Carl Weyersberg y Hermann Bick. Posteriormente en los años 1930/39 la empresa estaba en manos de Helene Weyersberg y Hermann Bick.
A lo largo de los años registraron una gran cantidad de marcas: “Constant”, “Contador”, “Don Carlos”, “La Perla”, “Fortuna” y otro de los cuños registrado en 1895 era un candelabro con cuatro velas.
Durante el período del 3er Reich Herder fabricó gran cantidad de dagas para las SA y para el SS, algunas de las cuales con el símbolo de las llaves cruzadas.
El nombre Herder es muy común entre los cuchilleros de Solingen, existen o existieron también otras firmas tales como: Carl Herder, Daniel Herder, Elías Herder, Otto Herder, entre las cuales las más conocidas serían : Richard Abr. Herder y Robert Herder. Por eso en alguna publicidad F. Herder anuncia que es "el Herder más viejo" o el más viejo de los Herder, para marcar su antigua data en la fabricación de cuchillos.
La firma cesó de producir en los años 90 y fue declarada insolvente en 1993. Sin embargo, las marcas, maquinarias y gran parte del remanente de stock de piezas fueron compradas en 1995 por un antiguo gerente de la firma – Hans-Joachim Rollecke.



Espero que les haya gustado, y luego comenzamos con la historia del Widder.
Un saludo
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #2

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Arranco con la historia del corsario:

El capitán de navío Hellmuth von Ruckteschell se incorporó sobre su butaca, tendió el brazo y desconectó el receptor “Telefunken”. Después cerró los ojos y se quedó profundamente abstaído.
Una vez más, como si fuese la primera vez que la escuchara, aquella música extraña que llegara desde el lejano Berlín, le había impresionado profundamente. Si, era música descriptiva, pero más bien el propio sentir del autor, de sus sensaciones y tenía algo que le afectaba extraordinariamente a él mismo.
Parecía que el compositor se hubiera sumergido profundamente bajo la superficie del mar, que el estruendo del viento y las olas hubiese descendido lentamente hasta las oscuras y misteriosas profundidades de los abismos, como el mismo Ruckteschell hiciera cuando mandó un submarino durante la Gran Guerra…¡su primera guerra!.
Muchas veces al ir cayendo, había seguido mirando fascinado a través del periscopio de su nave. Tan pronto la lente se hundía en las olas, todo tomaba un color intensamente verdoso, luego azulado, después casi añil y finalmente, si el sol no estaba muy alto sobre el horizonte, negro. El agua filtraba la luz solar, absorbiendo sucesivamente el rojo, el naranja y el amarillo, es decir los colores cálidos.
Se sentía extrañamente atraído por la mar. Había una fuerza en su interior que lo llevaba hacia la grandiosidad líquida, inmutable, pero continuamente cambiante.
A Ruckteschell le parecía que el compositor, con su temperamento artístico y exquisitamente sensible describiera su admiración y hasta su reconocimiento de que el mar era algo suyo.
No era viejo, pero sí el comandante de más edad de todos los cruceros auxiliares alemanes que operaron durante la IIGM. Muy joven todavía, había servido en submarinos durante la Gran Guerra, llegando a mandar buques de esta clase y distinguiéndose por haber echado a pique el mayor barco – hundido al torpedo – en aquella conflagración, el transatlántico inglés “Justice” de 32000 toneladas.
Después de la I guerra, cuando Alemania se hallaba sumida en el desastre, había abandonado la Marina y buscado empleo en una firma constructora de muebles, donde sus dotes de mando y su sentido artístico le habían llevado a la dirección de la empresa.
Cuando su patria le necesitó nuevamente, no dudó en volver al servicio activo y se le dió el mando del crucero auxiliar Widder – el antiguo “Neumark” de la compañía Hamburg-Amerika, un buque de 7900 toneladas y 14 nudos de andar, propulsado por calderas de fuel oil.



Ruckteschell fue un corsario en la verdadera acepción de la palabra, es decir, extremadamente astuto, ingenioso, tenaz y con un valor que rayaba en la temeridad, siendo el único que recibió el mando de dos cruceros auxiliares alemanes.
Quizá por ello, y por ser en resumidas cuentas el que más buques enemigos hundió o apresó entre todos los comandantes alemanes, fue que los ingleses no le perdonaron, como tampoco perdonaron a la Doncella de Orleans.




El 6 de mayo de 1940, el Widder dejaba el estuario del Elba. Lo esperaba un submarino británico que por todo saludo le lanzó inmediatamente un par de torpedos. Pero Ruckteschell había lanzado él mismo muchos de estos artefactos en su vida, como para caer en la trampa, y con una hábil maniobra consiguió esquivarlos. Después, el corsario remontó el canal establecido por los alemanes entre sus campos de minas y la península de Jutlandia. Hizo escala en Bergen, de donde zarpó disfrazado de buque sueco, el 8 de mayo por la noche y comenzó a deslizarse hacia el Norte bien pegado a la costa. El día 13 – cuando no!! – llovía a cántaros, cuando los alemanes se toparon con otro submarino británico, el “Clyde”, que los atacó al cañon inmediatamente, navegando a toda velocidad en superficie – pero que viendo la extraordinaria e inesperada reacción del que había creído un inofensivo carguero, y cesó de perseguirle.
El Widder siguió navegando hacia el Norte hasta el límite de los hielos y después de avituallarse de un buque alemán que le aguardaba. Cruzó sin novedad el estrecho de Dinamarca el 21 de mayo, para unos días después repostarse nuevamente, esta vez del “Königsberg”.
Con petróleo para cuatro meses, el corsario cruzó entre las Azores y Trinidad, rumbo al Canal de Panamá hasta alcanzar el borde de la zona panamericana de neutralidad, invirtiendo luego el rumbo. El Widder navegaba a velocidad económica para ahorrar combustible, utilizando intermitentemente su hidroavión de exploración. El 13 de junio, el serviola de cofa señaló humo sobre el horizonte, y el corsario aumentó su andar a 13 nudos, disponiéndose a interceptar al que lo producía.
La distancia disminuyó rápidamente, y a 5500 metros Ruckteschell ordenó abrir fuego. La primera salva alemana cayó larga, la segunda, corta – por lo tanto se había producido lo que se llama una “horquilladura” – y la tercera, como mandan los métodos, centrada. Se lograron varios impactos con ella, que hicieron detener al petrolero British Petrol, de 6900 toneladas, en lastre para Trinidad y armado con un cañón, pero que fue prontamente abandonado por los tripulantes. Una vez recogidos éstos, se le echó a pique con un torpedo.
A mediado de mes, se recibió un radio de Berlín señalando que el vapor noruego “Sticklestad” había zarpado de Casablanca para la Martinica. Fue una contrariedad que el avión se estropease irremediablemente el día 24 y que al día siguiente, una avería en las máquinas obligase al corsario a permanecer a la deriva por seis horas. Sin embargo, luego que se terminaron las reparaciones se avistó un buque que resultó ser el petrolero noruego “Krossfon”, de 9300 toneladas, que fue detenido con un cañonazo de advertencia.
Una dotación de presa se hizo cargo de él, mientras el Widder, sin perder mas tiempo se dedicaba a la búsqueda del anunciado Sticklestad, pero con resultado negativo. Tras esto, y después de llenar los tanques del petrolero para no llamar la atención, se lo despachó para Brest, recién ocupado por las tropas alemanas, adonde conseguiría llegar poco después.
El 10 de julio se avistó un barco, sobre el que se abrió fuego, inutilizándole la radio desde los primeros disparos. El buque paró máquinas y puso sus botes en el agua con buena parte de sus tripulantes, pero no todos. Pues cuando el corsario cesó de disparar y se aproximó, algunos miembros de la dotación que permanecían ocultos a bordo, intentaron abrir fuego sobre el Widder utilizando un cañon de 102 mm instalado en la popa. Naturalmente Ruckteschell ordenó reanudar el fuego y los británicos desistieron de sus intenciones.
No es de extrañar que el viejo lobo de mar de Ruckteschell se había dado cuenta del comportamiento al estilo de los famosos “buques trampa” de la primera guerra mundial y por eso demorara el cese del fuego luego de las señas de rendición. Esto lo llevaría después de la guerra al banquillo de los acusados.
El barco era el carguero británico “Davisian” de 6400 toneladas, con carga de carbón para las pequeñas Antillas. Sus cincuenta tripulantes, seis de ellos heridos, fueron tomados a bordo del Widder y el buque hundido con un torpedo.
Tres días después, el 13 de julio, se abría fuego sobre otro carguero armado, el “King John” de 5200 toneladas. Como el barco no lanzó señal de alarma, el Widder hizo alto el fuego, pero después que se aproximó, comenzó a transmitir, por lo que hubo que acallarlo con las piezas de 37 mm Rheinmetall, cuyos proyectiles alcanzaron la munición del cañón, provocando un incendio. Iba de Londres a Vancouver con cincuenta y nueve pasajeros a bordo entre los que se encontraban los supervivientes del buque panameño “Santa Margarita”, echado a pique pocos días antes por un submarino germano.
Como el crucero llevaba ya más de cien prisioneros, su comandante decidió tomar a bordo solamente al capitán, al maquinista y a los heridos, dejando a los demás en los botes para que se dirigieran a las Antillas, a unas doscientas cuarenta millas de allí, donde efectivamente comenzaron a llegar cinco días más tarde, informando al Almirantazgo británico acerca del aspecto y otros detalles del corsario. Se movilizaron dos cruceros pesados , cuatro auxiliares y una corbeta en búsqueda del Widder, pero el King John tenía un error de 150 millas en su situación cuando transmitió la señal de alarma y la búsqueda resultó infructuosa.

El "King John" en una pintura de 1919



Continuará...
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #3

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Continuamos con esta aventura...

Después de hundir éste buque, el cosario se alejó hacia el este a baja velocidad, mientras se revisaban las máquinas y se cambiaba el aspecto del buque.
El 24 de julio, a cincuenta millas del punto de encuentro con el petrolero alemán Rekum se avistó un barco que Ruckteschell prefirió ignorar, para no comprometer su “rendez vous”. El Rekum llegaba desde Tenerife con combustible pero sin víveres para reponer.
El 4 de agosto se avistó un petrolero rumbo a Trinidad, que el Widder siguió por debajo del horizonte durante todo el día, para aproximarse durante la noche y abrir fuego a poco más de dos mil metros de distancia. Nueve proyectiles alcanzaron al buque, matando al capitán y cuatro marineros. Los restantes tripulantes arriaron los botes y se alejaron en la oscuridad a fuerza de remos para evitar caer prisioneros, teniendo la suerte de ser recogidos nueve días más tarde por un petrolero británico. El buque abandonado era el noruego Beauleau de 6100 toneladas, al que se echó a pique al cañon, pues el torpedo lanzado contra él – sin duda por algún defecto en su regulación – comenzó a describir círculos peligrosos para el mismo Widder.
Después de ésta acción, el Widder cambió de escenario lo antes posible, alejándose hasta la cercanía de las Azores. El 8 de agosto, se descubrió un buque rumbo al sur. Ruckteschell siguió la misma táctica anterior , sin perder de vista la extremidad de sus palos durante el día, para cerrar distancias en la noche, abriendo fuego posteriormente a una distancia de unos 3 km.
No hubo señal radiotelegráfica esta vez, y tras los cañonazos el buque paró máquinas y se comenzaron a arriar los botes. Era el holandés Ootsplein de 5100 toneladas con carbón de Inglaterra para Buenos Aires, que fue hundido luego de tomar a bordo a sus tripulantes.



Tres días después, y para desgracia de Ruckteschell – pues para cualquier marino tener que hundir un velero es una triste desgracia – se descubrían a mucha distancia los tres elevados mástiles del buque de vela finlandés Killoran, con aparejo de barca y todas sus velas desplegadas.

Aunque el Killoran, veterano de la “carrera del trigo” transportaba un cargamento de víveres aparentemente para Las Palmas, no cabe duda que von Ruckteschell debió encontrar algo que le hizo sospechar de que el destino final de la mercancía fuera Gran Bretaña, puesto que después que el velero hubo braceado las vergas del palo mayor para ponerse en facha y detener su andar, se le registró y luego de recoger a la tripulación y se le echó a pique.
El barco se hundió sin perder el equilibrio con todas las velas desplegadas, y a más de un lobo de mar en el Widder, se le hizo un nudo en la garganta. Cuando desapareció entre remolinos de espuma blanca, cesaron como por encanto las conversaciones en el corsario, y todos – sin darse cuenta – se encontraron con los gorros y gorras en las manos, mientras las miradas se mostraban huidizas y a más de uno de aquellos veteranos le brillaban extrañamente los ojos.



Posteriormente, el corsario cruzó por unos días la zona de calmas dentro del anticiclón de las Azores, con la mar completamente inmóvil, pero donde debido a la aparición de falsos horizontes resultaba difícil la vigilancia del verdadero, por lo que se decidió arrumbar lentamente hacia el oeste, sobre la derrota de Trinidad.
El 16 de agosto, durante una hermosa y clara noche de luna, se percibió un buque al que el comandante del Widder no quiso atacar, pues pensó que con una visibilidad tan grande sería imposible acercase lo suficiente para impedir que el enemigo utilizara la radio para señalar su presencia.
El oficial terminó sus cálculos, los repasó rápidamente para comprobarlos y salió de la caseta de derrota con una hoja de papel en la mano. Después atravesó un pasillo y tras golpear brevemente la puerta con los nudillos y escuchar el esperado - ¡Adelante! – entró en el despacho del comandante del buque y cuadrándose militarmente dijo:
“El crepúsculo termina a las ocho de la noche, mi comandante, y la luna saldrá exactamente dieciocho minutos después.
“Muy bien” – aprobó Ruckteschell, eso quiere decir que disponemos de unos quince minutos de oscuridad para caer sobre nuestro “amigo” sin que nos descubra, no es mucho pero nos bastará. Haga el favor de decirme lo que dura el crepúsculo y calcular los rumbos necesarios a partir de nuestra posición.
- “Sí, mi comandante!!” , y el oficial de derrota salió del camarote.
Von Ruckteschell quedó otra vez solo, se levantó, dio unos pasos hacia el portillo de estribor de su camarote y dirigió la vista sobre el límpido horizonte. Nada quebraba la línea que separaba la mar del cielo. Pero precisamente allí, un poco por debajo del horizonte, se encontraba un barco enemigo que navegaba confiado sin sospechar que era seguido desde hacía varias horas y que sus movimientos eran perfectamente conocidos a bordo de un corsario alemán que permanecía invisible para él. Solamente desde lo más alto de los mástiles del Widder se podían apreciar las extremidades de sus palos, que los serviolas alemanes no perdían de vista, a través de sus excelentes telescopios de veinticinco aumentos.
Ruckteschell se quedó pensando en las escasas reservas de víveres que llevaba en su bodegas. El hecho de que el “Rekum” no pudiera abastecerle cuando ya se encontraba escaso le había obligado a implantar un racionamiento que naturalmente repercutía desfavorablemente en la tripulación y además el centenar de prisioneros que llevaba a bordo.
La siguiente reunión con un barco nodriza tendría lugar dentro de un mes aproximadamente. A menos que el barco que esperaba detener aquella misma noche llevara víveres en abundancia, no recogería a sus tripulantes. Le contrariaba profundamente, pero no podía imponer un racionamiento todavía más estricto. Pensó que aun en el peor de los casos aquella gente podía alcanzar con sus embarcaciones y en aquella favorable época del año las costas de las Azores o las Canarias.
Una vez más, el sol se sepultó bajo el horizonte. Las sombras de la noche cayeron sobre las aguas con la brusquedad característica de las zonas tropicales. Comenzaron a lucir brillantes las estrellas en la bóveda infinita del firmamento. De la mar, el relente ascendió lentamente en oleadas y fue destilando su beso húmedo y frío sobre cubiertas y planchas de hierro en los buques que aquella noche de guerra surcaban el océano envueltos en un sudario de tinieblas.
En el puente de uno de ellos, el capitán de navío Helmuth von Ruckteschell se encontraba pensativo y silencioso, mientras bajo sus pies, el Widder cortaba las aguas a más de 14 nudos.
Una sombra salió de la caseta de gobierno del buque y se le acercó.
- ¿Me llamaba, mi comandante? Preguntó el director de tiro.
- Sí, verá usted. Ese buque va armado, pero lo que me interesa es que no pueda utilizar la radio en ningún caso. Quiero disparar por sorpresa y a la máxima velocidad posible, hasta que se rinda o por lo menos hayamos alcanzado la caseta de radio. Haga el favor de aleccionar bien a los artilleros, sobre todo a los apuntadores y no escatime municiones de los cañones de treinta y siete ni de las ametralladoras. Es muy importante.
- Muy bien, mi comandante-
La sombra saludó, desapareció de su lado y todo volvió a quedar silencioso, percibiéndose solamente el murmullo del agua al ser hendida por el buque.
- El telemetrista ya ve el blanco, mi comandante – dijo el oficial de derrota en voz baja.
- Bien, a ver si lo puede medir, contestó Ruckteschell.
- Blanco visto por todos, mi comandante. Distancia, cuatro mil metros!!.
El comandante del Widder consultó su reloj de pulsera. Faltaban doce minutos para que saliera la luna y pensó que les convendría seguir acercándose todavía más para asegurar el tiro.
La distancia disminuía muy de prisa, y cuando el telemetrista señaló los 2300 metros Ruckteschell ordenó abrir fuego.
Dos cañones del 15 dejaron oír su poderosa voz en el castillo de proa casi simultáneamente, seguidos con muy poco intervalo por los otros dos situados a popa.
La sombra oscura que Ruckteschell no perdía de vista, a pesar de la acción deslumbradora de los cañonazos se iluminó en diversos puntos al ser alcanzada por una granizada de proyectiles, y casi inmediatamente se elevaron llamas en la parte de popa y surgieron explosiones y fogonazos que hicieron comprender al alemán que las municiones del cañon del buque enemigo habían sido alcanzadas.
Durante un minuto, los dos barcos parecieron estar enlazados a través de un arco de fuego formado por el rastro luminoso de los proyectiles trazadores alemanes, y Ruckteschell escuchó decir:
- No transmite, mi comandante!!, en la voz del oficial de derrota.
- Alto el fuego!!, Despacio las máquinas!! rugió Ruckteschell.

El imponente estruendo cesó como por encanto, casi con la misma brusquedad con que había dado comienzo.
En el buque atacado se elevaban muy altas llamaradas, que al reflejarse sobre las aguas inquientas recordaban alguna fantástica danza macabra. Desde el Widder se vieron arriar los botes precipitadamente. El corsario se aproximó más y el dedo luminoso de uno de sus proyectores de arco paseó su pincelada de plata por el casco oscuro, deteniéndose en la proa sobre un nombre: “Anglo-Saxon”.




La viva luz del proyector se extinguió, y la luz de una linterna hizo guiños desde el ras del agua, procedente de uno de los barcos.
- Lo siento, dijo Ruckteschell – no puedo recogerlos. Lo intentaría si se pudieran transbordar los víveres, pero ese incendio se ve en un radio de treinta millas y tenemos que hundir el buque lo antes posible.
El Widder rondó todavía alrededor de su víctima para comprobar que no quedaba nadie a bordo. Después se escucharon en sucesión rápida, un ruido fuerte y opaco parecido al taponazo de una botella de champaña y luego el chapoteo producido por un cuerpo pesado al caer al agua. El torpedo dejó un leve rastro fosforescente entre ambos buques y luego se produjo una explosión formidable en el Anglo-Saxon y un fuerte olor a polvillo de carbón llegó por el aire. No cabía duda acerca de la naturaleza de su cargamento!!.
El navío se partió a la mitad y se hundió velozmente. Un fuerte silbido se produjo cuando las planchas recalentadas al rojo se sumergieron en el agua. Era el 21 de agosto de 1940.

Continuará..
Saludos
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #4

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Bueno, ya vamos dando final a la aventura del Widder:

El Widder permaneció en la misma zona hasta que Ruckteschell calculó que los náufragos del Anglo-Saxon podrían haber llegado a cualquier puerto y dar la alarma. (Algunos tripulantes fueron tomados a bordo por el Automedon, volviendo a caer en manos de los alemanes cuando este buque fue hundido por el “Atlantis” – otro crucero auxiliar alemán – tiempo después.)
Entonces se arrumbó al límite norte del área de operaciones del corsario, en espera de poder interferir a los buques que de los EEUU se dirigían al Reino Unido, convenientemente cargados.


En la madrugada del 2 se setiembre, cuando las sombras de la noche comenzaban a desvanecerse, se avistó un buque muy alejado por el través del Widder. Era un petrolero, una presa codiciable para los alemanes, aunque probablemente fuese en lastre, puesto que navegaba hacia el oeste. Von Ruckteschell pensó que tan pronto cambiase de rumbo hacia él, se espantaría y daría la alarma, por lo que siguió sin variar su proa hasta que el buque desapareció bajo el horizonte. Después arrumbó hacia la isla de Trinidad, imaginando que éste era probablemente el destino del barco que perseguía, y efectivamente, seis horas después le vieron asomar las extremidades de los palos, pero el Widder no cerró distancias hasta que e hizo de noche.
A las 20.15 horas se disparó un proyectil iluminante que descendió lentamente sobre el petrolero “Cymbeline” de 6300 toneladas, al tiempo que se abría fuego sobre él desde 2500 metros de distancia.
La primera salva alcanzó al buque en una caldera y toda su mitad posterior se vió envuelta en una niebla que impidió a los sirvientes del cañón de popa poder utilizarlo.
Se hizo alto el fuego, que debió ser reanudado tan pronto el buque comenzó a emitir la consabida señal de socorro, disparándose sobre el puente, el cual pronto quedó acribillado y comenzó a arder fuertemente con lo que cesó de emitir la señal y también los cañonazos alemanes.
A la luz del proyector se le pudo leer el nombre que llevaba a proa. Y una vez que hubo sido evacuado por sus tripulantes se le echo a pique con un torpedo.



Los germanos pusieron sus botes en el agua y durante cuatro horas se dedicaron a la recogida de los supervivientes del Cymbeline, consiguiendo rescatar a veintiséis hombres de los treinta y seis que componían la dotación del buque. El Widder seguía tan escaso de víveres como cuando hundiera al Anglo-Saxon, casi un mes antes, pero ahora estaba muy próximo al encuentro con un buque nodriza alemán.
Los supervivientes del petrolero inglés hicieron saber a los germanos que a su desaparecido capitán le había resultado sospechosa la apariencia del barco avistado aquella mañana, por lo que inmediatamente había lanzado un radio de alarma, que por cierto, no fue captado por el crucero auxiliar alemán. En vista de lo cual, el comandante del corsario decidió efectuar nuevas alteraciones en su buque, cambiando los mástiles y los puntales de carga, pintando el casco de gris para semejarse a los cruceros auxiliares ingleses y tapando con pintura todo lo que pudiera brillar o destacarse a la luz de la luna.
Antes de reunirse con su nodriza, Ruckteschell decidió dirigirse a una zona de operaciones lo más alejada posible del punto de encuentro con el “Rekum”, en la derrota que va de Trinidad a Sierra Leona. Nuevas averías en las máquinas le obligaron a permanecer casi parado en medio de copiosos aguaceros tropicales.
El 8 de setiembre, antes de las 20 horas, se vieron las luces de posición de un buque que iluminaba su bandera con focos. Era el griego “Antonios Chandris”, de 5870 toneladas, al que se detuvo mediante un proyectil iluminante y utilizando el semáforo luminoso.



Se le registró seguidamente, y como transportaba 6000 toneladas de carbón de Cardiff a Buenos Aires, se echó a pique a cañonazos, no recogiéndose a sus tripulantes, dada la cercanía de la costa africana.
El Widder se alejó después a la mayor velocidad posible en busca del Rekum, pero en el punto de encuentro no le aguardaba ese buque, sino el petrolero “Eurofeld”, del que hizo el relleno de combustible, y por fin…víveres!!
Unos días más tarde, se encontraba – ahora sí – con el Rekum, con el que intercambiaba correo, los partes de campaña y demás documentos, puesto que este barco se dirigía hacia Alemania.
El Rekum



Las máquinas del corsario se hallaban nuevamente inutilizadas y las averías eran contínuas, por lo que Ruckteschell no tuvo más remedio que decidir también el regreso a Alemania.
Conviene aclarar que las calderas y máquinas del Widder, lo mismo que el Orion, procedían del paquebote alemán New York, construido sobre el final de la gran guerra. Este transatlántico era hermano gemelo de otro llamado "Hamburg" cuya navaja tengo guardada en espera de mostrarla, y formaba parte de una tetralogía con otros buques similares de la compañía naviera Hapag - el Deutschland y el Albert Ballin.



El New York



El viaje de vuelta fue una ininterrumpida y desesperante serie de pequeñas navegaciones alternadas con grandes paradas dedicadas a reparar las máquinas, tardándose un mes y medio en alcanzar el puerto de Brest, desde la mitad del océano Atlántico – un viaje que normalmente hubiera llevado una docena de días.
El período real de operaciones de Ruckteschell había durado cuatro meses y medio escasos, en los que logró hundir diez buques enemigos, con un total de más de 60.000 toneladas de registro.
Los cañones y el equipo del Widder fueron desmontados, utilizándose después en otros corsarios. Ruckteschell llegó a Alemania en el mes de noviembre de 1940, siendo el primer comandante de los corsarios alemanes que regresaba, y unos meses después, recibiría el mando de otro crucero auxiliar que ya se preparaba, como hemos visto en el post de la otra navaja: el “Michel”
Eran unos tiempos todavía más difíciles para los buques alemanes, pues los EEUU ya habían entrado en la guerra, pero el antiguo submarinista haría honor una vez más a la confianza que en él depositara el alto mando de la Kriegsmarine.

Fin.
Espero que les haya gustado
Saludos
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #5

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¡Cómo no nos va a gustar!

La navaja, contundente, con esos materiales y esas generosas dimensiones, y con una calidad germana fuera de toda duda.

La narración de las aventuras del corsario Widder... Magnífica, algo a lo que ya nos tienes acostumbrados.

Muchísimas gracias por tu tiempo y tus magníficos relatos.

Un fuerte abrazo.
Félix
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #6

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Enhorabuena Juan.
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Salmo 144:1-15
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #7

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Querido amigo Juan, maestro:

¡Cómo no nos va a gustar!

La navaja, contundente, con esos materiales y esas generosas dimensiones, y con una calidad germana fuera de toda duda.

La narración de las aventuras del corsario Widder... Magnífica, algo a lo que ya nos tienes acostumbrados.

Muchísimas gracias por tu tiempo y tus magníficos relatos.

Un fuerte abrazo.
Félix

Amigazo Félix!! Es un placer recibir tu visita y la amabilidad de tus comentarios en el post. Me alegra mucho saber que todo ha resultado de tu agrado!! La navaja es verdaderamente de generosas dimensiones, pero también muy pesada!!, imagino a los marineros de la época con una colgando del cinto, con cierta inclinación por el peso, jejj
Un gran abrazo y muchas gracias como siempre!!

La navaja y el Widder

Última Edición: 1 año 6 meses antes por Facón.
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #8

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CLASIFICADOR 1 escribió:
UN POST IMPRESIONANTE...

Enhorabuena Juan.

Muchas gracias Carlos por hacerte un tiempo para pasar y dejar tus generosos comentarios, que agradezco.
Un gran abrazo!!
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #9

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Juan, un post entretenido e interesante, como nos tienes acostumbrados brindando
Última Edición: 1 año 6 meses antes por Dai-Katana.
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #10

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Dai-Katana escribió:
Juan, un post entretenido e interesante, como nos tienes acostumbrados brindando

Manuel, querido amigo!! Agradezco sinceramente tu contínua presencia en el Foro, participando y dejando siempre la amabilidad de tus comentarios!!
Un gran abrazo!!

Junto a esta vieja publicidad de Hapag, la navaja del Hamburg y la del Deutschland - en la imagen se divisa en tercer lugar la silueta del New York - que en la modernización de 1934 (había sido botado en 1926) cedió sus máquinas que serían utilizadas luego en el Widder, con poca fortuna pues sufrieron varios fallos,, como hemos visto en el relato.

Última Edición: 1 año 6 meses antes por Facón.
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #11

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Bueno, bueno, bueno... No sé ni por dónde empezar.
Empezaré por la navaja, que es una navaja marinera de esas que son tan enormes y pesadas, que, si te caes al mar con ella en el bolsillo, te hundes de inmediato. Aún así es una pieza que rezuma autenticidad e historia a partes iguales, al tiempo que escapa de los formatos y materiales más típicos dentro de los formatos al uso en la época.

Quiero destacar el folleto con los cuños y marcajes. Un verdadero tesoro documental.



Facón escribió:
Junto a esta vieja publicidad de Hapag, la navaja del Hamburg y la del Deutschland - en la imagen se divisa en tercer lugar la silueta del New York - que en la modernización de 1934 (había sido botado en 1926) cedió sus máquinas que serían utilizadas luego en el Widder, con poca fortuna pues sufrieron varios fallos,, como hemos visto en el relato.



Estoy deseando un post al rebufo de esas bellezas.

Querido amigo Juan, apreciado camarada, enhorabuena una vez más por este fantástico post que me ha alegrado la mañana.

Un fuerte abrazo desde el otro lado del Atlántico.
"No me saques sin razón, ni me envaines sin honor"
CAFE
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #12

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Mariscal!! que gusto recibir su visita y sus comentarios en el post a bordo del Widder, que lindo encuentro entre el "Zorro" y el "Lobo de mar", las cosas que tendrían para contarse!!!!. Pensándolo bien, sería un buen título para un post "Un encuentro entre el Zorro y el Lobo".
Muchas gracias Paco por tus siempre estimulantes comentarios!!!!
Un gran abrazo!!!

PD:
Las hermanitas Herder conversan animadamente, seguramente intercambiando recuerdos de historias pasadas hace mas de 80 años.

Última Edición: 1 año 6 meses antes por Facón.
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #13

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Maravilloso relato histórico. La navaja me ha parecido la mar de curiosa, y tu aporte a este subforo de navajas excelente, como es habitual.

Saludos
NO VOLVERÉ A COMPRAR NUNCA MÁS EN FILOFIEL
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #14

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PIPIOLO escribió:
Maravilloso relato histórico. La navaja me ha parecido la mar de curiosa, y tu aporte a este subforo de navajas excelente, como es habitual.

Saludos

Muchas gracias Pipiolo por pasar y dejar tus comentarios!! Me alegra que te haya gustado y agradezco tu amabilidad
Un gran abrazo!!

Agrego algo màs acerca de la historia del corsario Widder, que como veràn no terminarìa en 1940:

Construìdo en 1930 en el astillero Howaldtswerke de Kiel para la Hamburg Amerika Linie el buque fue bautizado originariamente con el nombre de “Neumark”. En 1939 fue requisado por la Kriegsmarine, modificado y armado como un crucero auxiliar, en el astillero de Blohm & Voss, en Hamburgo con 6 cañones de 150 mm, uno de 75 mm, dos antiaéreos de 37 mm y cuatro tubos lanzatorpedos de 533. Fue renombrado como Hilfskreuzer Widder (HSK) Luego de su crucero en 1940, considerado inadecuado como asaltante mercante debido a problemas persistentes en su maquinaria, el Widder fue rebautizado nuevamente como Neumark y utilizado como barco de reparación en Noruega, desempeñando un papel importante en la reparación del acorazado Tirpitz en 1943/1944. Después de la guerra, fue puesto al servicio británico, como reparaciones de guerra, con el nombre de “Ulysses”.
Finalmente nuevamente vendido a Alemania como Fechenheim en 1950 antes de naufragar cerca de Bergen en 1955. El 3 de octubre de 1955, el FECHENHEIM , en un viaje de Narvik a Emden con mineral, encalló frente a Maalöysund (Noruega) y se hizo pedazos en una tormenta 6 días después.

Casualmente, mientras el Widder estaba siendo reformado en los astilleros de Blohm & Voss en febrero de 1939, se realizaba allì mismo la botadura del acorazado mas famoso de la IIGM - el Bismarck -



Como vimos mas arriba, tambièn el Tirpitz - hermano gemelo del Bismarck - recibiò el apoyo del Neumark (Widder) cuando fuè atacado por los britànicos - donde realizò una labor destacada calificada como hazaña de la ingenieria naval, les copio algo:

Los británicos estaban decididos a acabar con el Tirpitz y eliminar la amenaza que suponía para las líneas de comunicación aliadas en el Ártico. Tras los reiterados ataques, bombardeos ineficaces y el fallido intento con los torpedos humanos en octubre de 1942, los británicos optaron por los nuevos minisubmarinos X Craft.​ El ataque planeado, la operación Source, incluiría ofensivas contra el Tirpitz, el Scharnhorst y el Lützow.​ Los X Craft fueron remolcados por grandes submarinos a sus destinos, donde podrían pasar bajo las redes anti-torpedo para poner una poderosa mina bajo el objetivo. Diez de estos submarinos fueron asignados a la operación, prevista entre el 20 y el 25 de septiembre de 1943, de los cuales solo ocho llegaron a Noruega para el ataque, que comenzó el 22 de septiembre.​ Tres de los minisubmarinos (X5, X6 y X7) sortearon con éxito las defensas del Tirpitz, y dos de ellos lograron poner sus minas. El X5 fue detectado a unos 200 m de las redes y hundido por una combinación de cañoneo y cargas de profundidad.

Las minas causaron graves daños al acorazado, pues la primera explotó frente a la torreta César y la segunda a unos 50 m de la amura de babor. Se rompieron un tanque de fueloil y las planchas del blindaje, y se formó una gran abolladura en la parte inferior del casco y en los mamparos del doble cinturón acorazado.
El acorazado embarcó unas 1430 t de agua en los tanques de fuel y en los espacios vacíos del doble casco a babor, lo que causó una escora de uno a dos grados, aunque esto fue corregido por una contra inundación de la banda de estribor.
El agua de mar dañó todos los turbogeneradores en la sala de generadores número 2 y todos los generadores menos uno de la sala número 1 fueron desactivados por la rotura de tuberías de vapor y varios cables de alimentación. La torreta Dora fue arrancada de sus soportes y no pudo ser maniobrada, lo que fue particularmente grave porque no había grúas de carga pesada en Noruega lo suficientemente potentes para levantarla y colocarla de nuevo.​
Los dos hidroaviones Arado Ar 196 del Tirpitz fueron alcanzados por la detonación y completamente destrozados. Las reparaciones fueron llevadas a cabo por el barco de reparación Neumark; los historiadores Robert Garzke y Robert Dulin afirmaron que el satisfactorio esfuerzo de reparación fue «una de las hazañas más notables de la ingeniería naval durante la Segunda Guerra Mundial».​ Las reparaciones duraron hasta el 2 de abril de 1944 y al día siguiente el acorazado hizo completas pruebas de velocidad en el fiordo de Alta.

El Tirpitz

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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #15

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Otro post magnífico amigo Juan!! llevo casi media hora leyéndolo :cheer: , fenómeno. La navaja muy buena, la historia también. Oye, ahora que nadie nos ve, ¿de dónde sacas las hojitas con las que acompañas la navaja en las primeras fotos??
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El retorno de una marinera de Herder y un viejo corsario 1 año 6 meses antes #16

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rojocaecae escribió:
Otro post magnífico amigo Juan!! llevo casi media hora leyéndolo :cheer: , fenómeno. La navaja muy buena, la historia también. Oye, ahora que nadie nos ve, ¿de dónde sacas las hojitas con las que acompañas la navaja en las primeras fotos??

Muchas gracias Cèsar por pasarte y comentar, como siempre!! Me alegra que te haya gustado todo!!. Las hojas son viejas facturas que conseguì hace años con un señor alemàn cuya familia habìa tenido comercio en Alemania desde antes de la guerra y guardaba algunos biblioratos repletos de facturas de la època.
Un gran abrazo!!
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