Nuestro amigo Kurt, tuvo una vida muy ajetreada como podréis leer ahora.
El nació en una familia campesina, de joven, estudió teología, fue ordenado pastor, y oficiaba en la pequeña iglesia evangélica del pueblo de Wichmannshausen.
Estudiando en la universidad, conoció de cerca al filósofo, teólogo y médico, futuro premio Nobel Albert Schweitzer.
Debido a esa influencia, Reuber quedó fascinado por la medicina, y no solamente cursó estudios para licenciarse médico, sino que incluso presentó una tesis doctoral: “Ética de la clase médica”.
Desde entonces, el día del pastor Kurt Reuber se dividió en dos: el hospital por la mañana y la iglesia por la tarde.
Además, tenía una gran capacidad artística, llevaba dibujando desde niño. Así, era teólogo, médico, pintor, y padre de tres hijos.
Se ha escrito que fue llamado a filas como médico en 1939.
Trabajando en hospitales y trenes sanitarios, atravesó Rumanía, Bulgaria, Grecia. Resultó herido. Una vez repuesto, en verano de 1941, fue enviado a la URSS. Estuvo en la operación “Barbaroja”, en la toma de Kíev… trabajó en la zona ocupada.
Aquí podemos verle realizando una cirugía, con el bisturí en la mano, con medios precarios. Quizá sin anestesia; ved la cara del paciente.
En sus ratos libres dibujaba retratos de los lugareños.
De licencia en casa, trajo consigo 150 retratos.
En agosto de 1942, el médico militar Reuber, junto con la 16º división de tanques, parte del 6º ejército, se escontraba en Stalingrado. Todas las cartas del frente, al igual que los dibujos de Kurt Reuber se guardan aún hoy cuidadosamente en la casa de su hija Ute, que preserva su memoria y su obra.
Esta foto es la última conocida con sus tres hijos, Kurt Reuber delante de la rectoría, en Wichmannshausen, Hesse, de vacaciones en 1941. En el extremo izquierdo está Erdwin (8.), junto a Ute (3) y Hartmute (10). En octubre de 1942, el teólogo pudo volver a visitar a su familia. Esa fué su última visita. Poco después, Reuber y sus compañeros fueron cercados en Stalingrado.
Aquí podemos verle pintando sentado, el hizo más de 150 dibujos durante los años de la guerra. Se lo impuso a sí mismo como cumplimiento diario de sus deberes: "No podría soportar todo esto sin un equilibrio interior, sobre todo a través del arte".
Es Nochebuena, el capitán, de 36 años de edad, se encuentra en un bunker adaptado como hospital de campaña, el cual se encuentra lleno de heridos, fuera hay más de 20 grados bajo cero. Los víveres están racionados. Apenas hay tabaco ni café. Ya había realizado varios dibujos sobre trozos de papel, algunas veces, los bombardeos rusos habían dispersado sus bocetos y lápices, cuando de repente, le llega la inspiración sobre un texto de San Juan, que hablaba de la luz, la vida y el amor.
Rápidamente, se sienta, sin apenas espacio, con una pobre luz, y en el dorso de un mapa ruso capturado, y con un trozo de madera carbonizada que recoge del suelo, Kurt realiza un dibujo con los dedos entumecidos por el frío. Cuando cree haber terminado, se levanta, para verlo con un poco de perspectiva. Allí está, entre sus cosas cotidianas; unas fotos con sus camaradas, agujas, su bisturí, y su navaja.
Posteriormente en la pared gris el día de Navidad, se la mostró a sus compañeros. Sólo la iluminaba una vela.
La noticia llega a otros refugios cercanos, y los soldados empiezan a llegar para contemplar la imagen, arriesgándose a ser vistos por los rusos.
Algunos rezan, otros quedan impresionados, y los más, lloran. El refugio donde se encuentra el dibujo, se va convirtiendo en un santuario, el boca a boca llega a todas partes. Los soldados se quedan en un semicírculo, a la luz tenue de unos cabos de vela, empezaron a cantar Noche de Paz, donde fueron recordando Navidades de otros tiempos, cuando eran niños.
En la noche de Navidad la canción más interpretada fue “Noche de paz”. Los soldados con sus voces roncas la cantaban en sus refugios excavados en la tierra a la luz de unos cabos de velas guardados para tal ocasión.
El general Karl Strecker que inspeccionaba las posiciones avanzadas de sus tropas, quedó impresionado: “Aquí, en el infierno de la guerra, suena la canción “Noche de paz”. Es una verdadera hermandad de los soldados…” –escribió luego en su diario.
No hubo escena tierna de la “Navidad en las trincheras”. El pastor ni siquiera pudo oficiar una liturgia navideña. Él y otros médicos estaban alrededor de la última botella de champán, “por todos los seres queridos”… pero no pudieron dar ni un sorbo.
Como escribió Reuber, en las inmediaciones de ellos cayeron unas bombas. Kurt, con su bolsa médica, salió afuera. Muy pronto el hospital donde introducían a todos los heridos estaba atestado. Rueber anotó: “Uno de ellos estaba herido en la cabeza y ya no podía hacer nada por él. Era uno de aquellos que festejó con nosotros pero tuvo que salir de guardia. Al salir nos prometió que volvería para seguir cantando. Pero pasaron unos pocos minutos y estaba muerto. Aún sigue la noche de Navidad, pero cuánta tristeza hay alrededor…”
En los primeros días de 1943, Reuber escribe una carta a su mujer, acompañada del dibujo, en la que decía:
"Madre e Hijo están inclinados el uno hacia el otro, envueltos en un gran manto, que protege a ambos. Me vinieron a la mente las palabras de San Juan: Luz, Vida, Amor.
Contempla en el niño al niño primerizo de una nueva humanidad, que nacido con dolor, relumbra sobre toda oscuridad y tristeza.
Que sea para nosotros el símbolo de una vida triunfante y de feliz futuro que tras tanta experiencia con la muerte, amaremos aún con más ardor y autenticidad, una vida que sólo merece ser vivida si es pura como los rayos de la luz y cálida como el amor.."
En las semanas posteriores la situación de los alemanes empeoró más aún. El 13 de enero de 1943, la “Madonna de Stalingrado” fue sacada del cerco en el último avión, estrujada por las manos de un comandante de subdivisión gravemente herido, Wilhelm Grosse.
Aquí puede ver un avión de transporte Ju 52 acercándose a un aeródromo todavía en manos del ejército alemán.
El refugio subterráneo donde se había creado la imagen de la Madre de Dios, pasada una semana fue destruido por una bomba directa.
Pronto las tropas soviéticas ocuparon Stalingrado. De más de 300.000 soldados del 6º ejército, 90.000 supervivientes cayeron prisioneros. Entre ellos estaba Reuber. Le enviaron al campo de prisioneros de Oranki, el antiguo monasterio de Nuestra Señora de Oranki.
En el hospital del campo de prisioneros los médicos realizaron numerosas amputaciones de extremidades congeladas. Las autoridades del campo permitieron a los médicos prisioneros intentar a ayudar a salvar a sus compañeros.
No se sabe si Reuber también participaba en los cuidados médicos. Pero fue allí donde se enfermó de tifus. Se recuperó y fue trasladado al campo de Elabuga. Pero allí entró en coma y murió el 20 de enero de 1944. Poco antes de su muerte, Reuber envió a Alemania a su familia su último dibujo, la “Madonna de los Prisioneros de guerra”.
Kurt Reuber hizo este dibujo en la Navidad de 1943. La obra revela, especialmente en comparación con su primera Madonna, la creciente desesperación de Reuber. Sin embargo, el teólogo siguió aferrado a las palabras juanistas "luz, vida, amor". Fue su último dibujo, al menos conocido.
Foto del campo de concentración de elabuga tomada por la NKVD.
Durante muchos años, la “Madonna de Stalingrado” estuvo guardada por la familia de Reuber en el pueblo alemán de Wichmannshausen. El 26 de 1983, a petición del presidente federal de Alemania Karl Carstens, la familia entregó la imagen a la iglesia memorial del káiser Guillermo en Berlín. El templo había sido destruido en noviembre de 1943 en un bombardeo de los aliados. Luego el centro de la iglesia fue restaurado, quedando intactas las ruinas del campanario, y se convirtió en una especie de memorial de la destrucción y restauración.
En 1990, la imagen de Nuestra Señora de Stalingrado fue bendecida por los jerarcas de tres confesiones cristianas de tres ciudades europeas que sufrieron los ataques más crueles durante la II guerra mundial: el vicario de la catedral anglicana de Coventry, el obispo luterano de Berlín y obispo ortodoxo de Saratov-Volgogrado, Pimen (Jmelevskiy)
Aquí podemos ver una imagen de la madonna dentro de la iglesia
Toda su vida, Utte quiso ver el lugar donde murió su padre. Finalmente sucedió: en 2005, ella y su esposo fueron a Volgogrado (ex Stalingrado), y de allí a Elabuga (también conocido como Yelabuga), donde está enterrado Kurt Reuber. En Volgogrado muchos militares uniformados y veteranos fueron con ellos. Ute estaba sentada en el escenario. De repente, una niña de unos quince años se le acercó con un ramo de flores y le dijo que su abuela era una niña de Stalingrado, y que durante la guerra había estado enferma, y que Kurt Reuber la había curado. Y ella sobrevivió. La niña agradeció a Ute y le dio el ramo.
Espero que os haya gustado.
Feliz y próspero año nuevo para todos.